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REFLEXIONES
"Consejos para la maxipista del Corredor Sur"
Carlos Christian Sánchez C.
Relacionista Internacional
El pasado 21 de septiembre escribí un artículo sobre las bondades que nos da la construcción y funcionamiento del Corredor Sur. Nadie duda que el tiempo que se ahorra con el tramo vial de Tocumen hasta ATLAPA, el cual tiene uno de los puentes marinos más largos de Centroamérica, además de regalarnos una impresionante vista de la Bahía de Panamá. Pero no todo es color de rosa para los clientes del Corredor Sur. El tranque matutino a la salida del Centro de Convenciones y el Hotel Ceasar Park es insoportable. La gente paga cerca de dos dólares para llegar a un embotellamiento, del cual se pierden los quince minutos ganados en el trayecto anterior. Y les digo que este tranque se traslada a las inmediaciones del Hospital Paitilla, puesto que la gran cantidad de vehículos salidos del corredor, en su parte final, será tal que las calles de Marbella y la Avenida Balboa no dará abasto para agilizar el tránsito por ellas. Además del serio problema de los embotellamientos del ATLAPA, está el problema de los accesos hacia las urbanizaciones aledañas a la denominada Maxipista-Corredor Sur. Desde hace tiempo se sabe que los conductores de los autobuses de Don Bosco y las personas que tienen auto propio en esa barriada, son "clientes fijos" de la empresa mexicana, debido a que la misma agiliza el tráfico hacia el centro de la ciudad de Panamá. Pero nadie dentro de la empresa se le ocurrió terminar un camino de acceso hacia un puente colocado sobre la carretera, que permitiría la entrada libre hacia la urbanización mencionada. Conocemos la protesta de la piquera de autobuses de Don Bosco, por la cual tratamos de comunicarnos con la oficina de Relaciones Públicas de Maxipista-Corredor Sur. Aunque nos atendieron, no respondieron bien a nuestra inquietud, mientras que se le notó a la señora de esa oficina, un cierto disgusto por los cuestionamientos. Si actúan así con los clientes, ¿cómo esperan los empresarios mexicanos de I.C.A., que el público panameño les apoye en sus megaproyectos urbanísticos en Punta Paitilla?. Tampoco podemos obviar el alto costo del Corredor Sur. En las dos veces que los conductores utilizan las garitas de la vía mexicana, se paga cerca de un dólar con sesenta centavos ($.1.60) por una sola vez que se usa la ruta. Algo muy extraño, puesto que si los administradores de la vía consideraran una mejor atención a los usuarios de su carretera, les darían una "oferta" más barata. Claro que sin demeritar el objetivo de recuperar su inversión multimillonaria en Panamá, quizás puedan hacer, como sugerencia, que en días alternados o fines de semana se cobre "medio precio". Finalmente, llegamos al punto de cuándo se terminará el trayecto original del Corredor Sur. En realidad, la carretera marina debe continuar por toda la Bahía de Panamá, cruzando por otro largo tramo de puentes sobre el mar hasta Las Bóvedas, para concluir en el mismo Puente de Las Américas, mientras que en otros cruces comunicarían a las Avenidas Balboa y 3 de Noviembre. Por supuesto que habrá la necesidad de hacer una licitación para otorgar a una empresa nacional o extranjera, la construcción y manejo de la segunda parte del Corredor Sur. Esto debe ser rápido, puesto que la ciudad de Panamá crece vertiginosamente, a la vez que la cantidad de vehículos aumenta cada día. ¿Sabía usted que en Panamá hay cerca de medio millón de autos y que las proporciones por habitantes de nuestro país nos llevan a considerar que hay un vehículo para cada siete personas? Dentro de pocos años, ningún peatón estará seguro de caminar por las calles, ante la amenaza de ser atropellado al bajarse de la acera.
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