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Juan Alberto Bonilla no era un santo. Había cumplido pena de prisión por sus delitos pasados. Pero, según sus padres, se había regenerado y asistía auna iglesia evangélica.  |
Un sargento de la Policía, apellido Ocaña, le quitó la vida al joven Juan Alberto Bonilla, de 28 años, en un incidente del que hay por lo menos tres versiones, ocurrido en Burunga de Arraiján.
De las declaraciones que se han dado en este caso, hay varios elementos comunes: primero, que el uniformado estaba libre, pero acompañaba como seguridad al cobrador de una empresa privada. Segundo, a pesar que no estaba de servicio le pidió la cédula a Bonilla cuando lo vio en un kiosco en el sector de La Torre. Tercero, Juan Alberto se negó, dicen que de mala manera, a presentar el documento -la verdad era que no lo tenía porque se le había perdido- y, cuarto, todo terminó en balacera.
La versión de la Policía es que Bonilla intentó desarmar al sargento Ocaña. Juan Alberto tenía antecedentes por hurto y agresión con arma blanca -precisamente contra un policía jubilado- , por lo que cumplió 5 años de cárcel.
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