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Lo primero siempre será lo primero, y aquí lo primero es identificarse con el luto y el dolor que están sintiendo los familiares de todas las víctimas - incluidos algunos panameños - que fallecieron, o se cuentan como desaparecidos, ese fatídico 11 de septiembre del pasado año, cuando terroristas, supuestamente bajo las órdenes de Osama bin Laden, impactaron lo que hasta ese entonces eran las torres gemelas del World Trade Center enclavadas en el corazón de la ciudad de Nueva York.
A partir de entonces, el presidente norteamericano, señor George W. Bush, se ha mostrado como un energúmeno, como un animal mortalmente herido, dando dentelladas a diestra y siniestra, como lo hizo patente en Afganistán durante el bombardeo unilateral e inmisericorde que dirigió contra ese país, ya no para castigar al hombre que se dice planeó el ataque, sino que el "Vengador Bush" ordenó que el bombardeo fuese indiscriminado, tal como lo hizo Bush padre, cuando dizque para atrapar a Noriega, invadió y sumió a nuestro país en la más grande conflagración jamás vivida por nosotros los panameños... No en vano el moralista francés Francois La Rochefoucauld nos plantea que, "... Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos...". Y eso es exactamente lo que le está sucediendo al presidente Bush, quien está tan dolido (en realidad más avergonzado que dolido) de lo que les pasó, que su odio no tiene fronteras de razonamiento, porque luego de haber prácticamente "arrasado" Afganistán sin haber logrado su objetivo, ahora para perfeccionar su venganza está empeñado y dispuesto a saciar su odio contra otro de sus enemigos declarado, quien es el presidente de Irak, señor Saddam Hussein, a quien parece haber jurado derrocar, con o sin el consentimiento de la ONU.
Sin embargo en esta vuelta el señor Bush está enfrentando el rechazo internacional con respecto de su enfermizo deseo de querer invadir a Irak, ya que Gran Bretaña es el único país aliado que parece estar dispuesto a acompañar al presidente Bush en esta osada aventura militar donde el Primer Ministro británico, señor Tony Blair, no deja de coquetearle al gringo en esto que me parece una diabólica mancuerna conspiradora. Por ello, y sin pretender erguirme en un erudito en asuntos internacionales, de todas formas afirmo que los países sean libres, independientes y soberanos, en la medida que esos preceptos constitucionales sean respetados por terceras naciones, ya que, de lo contrario, estaríamos frente a la condenable figura política llamada violación de la autodeterminación de los pueblos, como el presidente Bush y su solitario aliado están queriendo violar la autodeterminación del Estado iraquí. ¡Au Revoir! |
