Una madre sola contra el cáncer y la enfermedad de su hijo

Redacción
Crítica en Línea
El amor y la abnegación por su hijo, a su pequeño nieto y la fe en Dios es lo único que mantiene con vida a la señora Francisca Aguilar, quien lucha contra la temible enfermedad del cáncer. Doña Francisca, una penonomeña de 58 años, residente en el barrio de Pueblo Nuevo, vive sola con su hijo Rodolfo Cortés, de 35 años y su único nieto de 8 años, Ameth Cortés. Su hijo Rodolfo es como un bebé, producto de una enfermedad congénita, no se vale por sí solo, no ve, no escucha, no piensa, no se da cuenta de nada de lo que pasa a su alrededor. Nos comenta su madre, que en ocasiones le dan unas crisis de nervios, que lo ponen a gritar como si estuviera muy asustado. Grita muy fuerte y se entierra las uñas en su piel hasta verse sangre, o se pega con las manos en la cabeza. Es muy difícil controlarlo cuando le sobrevienen estos ataques de ira. Cuenta Francisca que todos llevamos una cruz y este hijo, es lo que ella más quiere y por él aún vive. Indica que cuando estaba embarazada de Rodolfo le dio rubeola y por ello el niño nació enfermo. Cuando pequeño se le hicieron varias operaciones de la vista, y aún no ve. Francisca tiene 4 hijos más y su esposo la abandonó cuando todos estaban chicos. Ella quedó sola y los crió a todos con venta de chances clandestinos, venta de tamales y un pequeño puesto de venta de frutas y legumbres en la entrada de su barrio. Hoy en día, después de tanto sacrificios para educarlos y sacarlos adelante, sus hijos la han abandonado, no le brindan ayuda, inclusive una de sus hijas salió embarazada y le dejó a su pequeño, el cual es su adoración, llamado Ameth y el cual tiene 8 años y cursa estudios en la escuela Simeón Conte de Penonomé. El problema es que hace 3 años a ella le diagnosticaron cáncer linfático y los médicos le comunicaron que no había nada que hacer. Se le ha hecho tratamiento de quimioterapia en el Oncológico en Panamá y hasta ahora sigue con vida y ahora se siente un poco fuerte. Ella necesita tratamientos pero le ruega al doctor no hospitalizarla, por el solo hecho de no dejar solos a Rodolfo y a su nieto Ameth. Sus otros hijos no quieren hacerse cargo de su hermano enfermo. "Yo vivo solo por él (Rodolfo), solo pienso que cuando caiga en una cama, quién lo atenderá, no tengo esperanzas en mis hijos", dijo. Francisca es católica, con una fe muy grande en Dios, la cual la mantiene con vida, "¿Usted sabe lo que es tener cáncer en los ganglios y en la sangre?", se le quiebra la voz, pero señala que ya no le quedan lágrimas para llorar, ella misma se consuela y da ánimos. Esta señora solo pide que se le ayude con una silla de ruedas para poder trasladar a su hijo dentro y fuera de su casa, ya que no lo puede cargar, es un bebé de 35 años. A manera de reflexión hacemos llegar este mensaje a la ciudadanía. Una de las virtudes que no enseñan en el hogar es aprender a ser agradecidos con aquellas personas que nos ayudan, nos dan su aprecio y cariño. Con quién ser más agradecidos, que con nuestra propia madre que nos dio el ser y la vida misma. No hay excusa que valga, el abandonar a una madre enferma y a un hermano de tu sangre, igualmente enfermo. Menos cuando esa madre ha luchado por ti, sin la ayuda de un padre.
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A manera de reflexión hacemos llegar este mensaje a la ciudadanía. Una de las virtudes que no enseñan en el hogar es aprender a ser agradecidos con aquellas personas que nos ayudan, nos dan su aprecio y cariño. Con quién ser más agradecidos, que con nuestra propia madre que nos dio el ser y la vida misma. No hay excusa que valga, el abandonar a una madre enferma y a un hermano de tu sangre, igualmente enfermo. Menos cuando esa madre ha luchado por ti, sin la ayuda de un padre.
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