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 Domingo 14 de noviembre de 1999


Las mil caras de la prostitución

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Minnie Morán C
Crítica en Línea

Callejeras de 8 dólares "por subida", "modelos" de B/. 200 dólares la hora, funcionarias públicas, cuyos clientes son sus compañeros de trabajo; jóvenes universitarios que costean sus estudios con sus servicios sexuales, adolescentes impúberes que piden a sus clientes dinero para comprar la ropa de moda, "hombres a domicilio" y hasta "gays", para ambos sexos. En el mercado de la prostitución hay de todo.

Muchas veces hemos visto a una hermosa mujer, con estudios universitarios, alta, elegante, de buen vestir, cabellos y uñas bien arreglados, pero jamás nos imaginamos que puede ejercer la misma profesión de las que se observan por "Calle J", debido a que se tiene la errada idea que las prostitutas sólo son mujeres de mal vivir, vulgares maneras y ropas baratas.

Existen grandes organizaciones empresariales que venden sexo para "los más exigentes". Sus empleadas son las que se reúnen con clientes en hoteles cinco estrellas para cobrar hasta más de B/. 200 la hora y ponen sus restricciones.

July relata con orgullo que es "prostituta de las más caras del país". Con su estampa de modelo y ropa de boutique, no solo le brindan al cliente un sexo placentero, sino también una "agradable" compañía y una imagen de conquistador. Su clientela generalmente está integrada por acaudalados empresarios, tanto extranjeros como locales, prominentes políticos y algunos altos funcionarios.

Añadió que en este mercado también están las que trabajan en el sistema conocido como "Call Girl", que tiene como principal arma de trabajo el teléfono, instalada en un apartamento de lujo, y la particularidad de escoger a sus clientes de un nivel financiero elevado. "Sólo tratamos con hombres que requieren mujeres de cierta categoría", dijo July.

Entre las prostitutas de lujo, también están las que ofrecen sus servicios sólo a turistas, y tienen sus fotos y números en catálogos que son distribuidos en algunos hoteles.

Las prostitutas "menos afortunadas" deben soportar todo tipo de hombres, porque sus tarifas son las más bajas, que van desde 8 balboas y en algunos casos suben hasta 10 ó 12, por soportar algunos "juegos sexuales".

Entre las mujeres de "tarifa económica" están las "callejeras", quienes son las que se las pasan caminando por diferentes aceras de la capital y sus clientes son los conductores. Diana es una de ellas y relata que su área es la "Vía Benetto" y Bella Vista, en Vía España. Ella cobra 12 ó 15 balboas. "Pero el cliente paga el push", comentó.

Quizás las menos cotizadas son las que trabajan en los prostíbulos cercanos al Mercado Público y otros en el área de la ciudad. Vivian ha trabajado en varios de ellos y asegura que ha cobrado hasta B/. 8 por cada "subida" al cuarto. "Si el cliente viene con exigencias le cobro 10 ó 12", dijo.

Las niñas de 13 años en adelante se han convertido en las favoritas de los empresarios de la prostitución. Por la ternura y la facilidad de seducción, sin contar el desarrollo acelerado de las mismas.

En algunos casos son menores de edad que venden golosinas en algunos semáforos de la localidad. Y cuando se acercan a sus clientes, que generalmente viajan en autos, le dicen "no quiere que haga algo más", como dijo Aracelys, quien no quiso detallar en su "modus operandi". No obstante, dijo que hay si el cliente pide "algo más" le cobra 25, 30 o 40 dólares, dependiendo de la negociación.

Aracelys aseguró que acabó de cumplir 15 años, pero "me gano mi plata con los hombres, desde que tenía doce años y medio. Todavía no me había desarrollado".

También se han detectado menores de edad en diferentes "night club" de lujo.

Jóvenes bien parecidos que se dedican a atender a mujeres de edad madura que están dispuestas a pagar por la compañía que inicia con una cena de 150 a 200 balboas, también entran en el mercado carnal.

Damas adineradas son las clientes frecuentes de estos jóvenes, quienes -en ocasiones- combinan su negocio sexual, con los estudios, como el caso de Jhony.

Jhony indicó que cursa el último año de la carrera de medicina, la cual a costeado con los ingresos que percibe prostituyéndose. Otros hombres se dedican a animar fiestas exclusivas de damas y "la que ofrezca más" puede ser su cliente de la noche. A diferencia de la prostitución femenina, casi todos los hombres tienen una tarifa más alta, debido a que sus clientes por noche son limitadas.

Es la de las personas que trabajan en instituciones públicas o privadas que "redondean" sus ingresos manteniendo relaciones sexuales con varios de los hombres con los que trabajan y que se constituyen en una entrada adicional.

Muchos de los clientes de este tipo de profesionales del placer asumen sus deudas de luz, agua, teléfono o hasta la mensualidad de la escuela de sus hijos. En palabra de una de ellas, llamada Dory, "esto me ayuda a que mi sueldo lo pueda gastar en ropa, salón de belleza y satisfacer mis caprichos, recibo a mis amigos en el departamento de 1 a 2 veces por semana y el único cuidado que debo tener, es que no coincidan".

Este tipo de prostitutas secretas lleva una vida "respetable", por lo que nadie, aparte de sus clientes, sabe que se dedican al comercio carnal.

En el caso de los homosexuales, son personas cuyas inclinaciones y experiencias sexuales tienden consciente o inconscientemente a unirse con otras personas de su mismo sexo.

Hombres que se dedican a deambular por las calles vestidos de mujer que muchas veces engañan a sus clientes, quienes los recogen pensando que son mujeres.

Como también los hay que frecuentan cierta clase de locales en busca de clientes, que ya saben dónde encontrarlos.

O tal vez los que disimulan sus inclinaciones llevando una aparente vida normal, pero dedicándose a satisfacer a personas de gustos extraños.

En Panamá la prostitución homosexual callejera es ejercida por panameños y por extranjeros. En cuanto a precio o tarifa dependerá del lugar donde acostumbra pararse o caminar, de la variedad del servicio que preste y sobre todo del atractivo físico o sexual que posea.

En muchas ocasiones se utiliza la apariencia de un centro de masajes para ocultar la actividad comercial del sexo complaciente, a exigencias de las fantasías del cliente. El cliente escoge el o la masajista de su agrado. Las tarifas varían según si se retribuye al masajista con dinero adicional, porque el cliente desee algo más que el simple masaje corporal. Esta es una de las más novedosas formas que la prostitución ha adoptado para captar clientes, incluso, esta actividad se realiza a domicilio (en el apartamento o residencia del cliente, hotel etc., o por cuenta del prostituido de manera independiente).

Una parte de la prostitución, la peor, la que aquí conocemos como prostitución de club o de calle, la que hay que liberar como quien libera verdaderamente a un territorio ocupado, en este caso ocupado por todas las formas del proxenetismo (mediación o trata de blancas) y de la explotación, incluida la dependencia de los narcos.

Según los defensores de la prostitución, ésta tiene una función esencialmente sanitaria, dirigida a hombres que sufren indigencia sexual; como son muchos, una respuesta a una necesidad social, que debe ser pagada justamente y respetada.

 

 

 

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Según los defensores de la prostitución, ésta tiene una función esencialmente sanitaria, dirigida a hombres que sufren indigencia sexual; como son muchos, una respuesta a una necesidad social, que debe ser pagada justamente y respetada.

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