FAMILIA
La conexión pasta de coca / cocaína-crack
James A. Inciardi
Como comentó en 1986
un inmigrante de Barbados instalado en Miami acerca de la difusión
de lo que llamaba "pasta de polvo de hornear".
El basuco y la pasta de polvo de hornear parecieron llegar al mismo tiempo.
Siempre había un poco de cocaína aquí y allá
en las islas, pero no demasiado y no era barata. Entonces unos cinco o seis
años atrás, quizás, la pasta llegó a todas las
islas. Pareció ocurrir de la noche a la mañana - Barbados,
Santa Lucía, Dominica, San Vicente y San Kitts -, todas al mismo
tiempo.
... Entonces creo que alguien empezó a experimentar y tuvimos
la mezcla de ron-pasta-polvo de hornear. Lo trajimos a Miami cuando vinimos
en el 82 y vimos que los haitianos también estaban en lo mismo.
Aparentemente, más o menos por el mismo momento, un químico
subterráneo de Los Angeles redescubrió la variedad roca de
la cocaína de polvo de hornear, y al principio se la llamó
roca de cocaína. Fue un éxito inmediato, como el tipo de la
Costa Este y por una variedad de motivos. Primero, podía fumarse
más que aspirarse. Cuando se fuma la cocaína, se absorbe más
rápidamente y atraviesa la barrera hematoencefálica en seis
segundos, procurando, en consecuencia, una euforia casi instantánea.
Segundo, era barata. Mientras que un gramo de cocaína para aspirar
puede costar 60 dólares o más según su pureza, el mismo
gramo puede transformarse en 5 ó 30 rocas. Para el consumidor, esto
significaba que las rocas individuales podían comprarse por una cantidad
tan pequeña como 2 dólares, 5 dólares (rocas de cinco),
10 dólares (rocas de diez centavos) ó 20 dólares. Para
el vendedor, 60 dólares de clorhidrato de cocaína (comprada
barata por 30 dólares) podían generar tanto como 100 ó
150 dólares cuando se lo vendía en rocas. Tercero, era fácilmente
ocultable y transportable y, cuando se la guardaba en redomas de vidrio,
los compradores potenciales las podían analizar fácilmente.
Un detective de narcóticos del sur de Miami la describió durante
el verano de 1986:
El crack ha sido una verdadera bendición para compradores y vendedores.
Es barato, verdaderamente barato. Cualquiera puede conseguirse 5 ó
10 dólares para un viaje a las estrellas. Pero lo más importante
es que es fácil librarse de él en una redada. Se la tira el
piso y es casi imposible de encontrar, uno se para arriba y la maldita cosa
es historia. Súbitamente la evidencia deja de existir.
Para fines de 1985, cuando el crack finalmente había llegado al
centro de la atención de los medios nacionales, se predijo que sería
la "ola del futuro" entre los consumidores de drogas ilegales.
También hubo notas en los medios diciendo que el crack era responsable
por las crecientes tasas de delitos callejeros. Como lo decía una
nota de tapa de USA Today:
Los adictos gastan miles de dólares en francachelas, fumándose
el contenido de una redoma tras otra en fumaderos de crack o "base"
-modernos fumadores de opio- durante días sin comer o dormir. Harán
cualquier cosa por repetir la euforia, incluido robar a sus familias y amigos,
vender sus posesiones y sus cuerpos.
Mientras los medios bombardeaban al pueblo norteamericano con espeluznantes
notas que describían los peligros del crack, el Congreso y la Casa
Blanca empezaron a trazar planes para una guerra más concertada contra
el crack y otras drogas.
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