En algo tiene razón la mandataria Moscoso: ella no podía, como primera representante de un país como Panamá, evitar gastar en ropas y joyas.
Lo que sí es un error enorme, es pretender que la nación se quede con los brazos cruzados cuando se usaron los dineros estatales para eso.
Ella debe entender que tenía que haber usado su propia plata (para eso tenía un salario enorme, y más enorme el gasto de representación) para hacer esas compras.
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