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  OPINIÓN


Cómo ayudar a un colérico

Romulo Emiliani | Monseñor

¿Sabe usted que, en el fondo, la cólera y la ira son reacciones ante el miedo? Las modernas investigaciones psicológicas hablan de esto. En lo más profundo de su interior una persona iracunda justifica su comportamiento de tal manera, diciendo cosas como: esto es un proceder valeroso; así hay que hacer las cosas, si no, no te respetan; los que me conocen saben cómo soy y entonces que me aguanten, etc.

Con estas reacciones ante los demás, las personas coléricas no se dan cuenta que están abandonando, frecuentemente, sus buenas maneras; que son injustos con los demás, que sus propias dudas, sus sentimientos de inferioridad, sus complejos, se están acallando mediante gritos y expresiones amenazadoras y, en el fondo, su miedo a la vida, su miedo a que les hagan daño, lo disimulan con exclamaciones y gestos amenazadores. Esto no lo saben muchos de los que sufren estas continuas cóleras e iras.

De hecho, sí es verdad que los comportamientos iracundos y coléricos vienen, en parte, por el ambiente en que se vivió en la infancia. El niño copia estas tendencias de sus papás, de las personas que más han influido en ellos y así el niño se da cuenta, rápidamente, que los ataques de ira y de cólera de papá atemorizan a toda la familia. Él, entonces, piensa: Si papá aterra y produce miedo en los demás con sus gritos, si yo hago lo mismo también me van a respetar.

Curiosamente, la mayor parte de cuanto nosotros tenemos a nivel psíquico ha llegado a producirse por vía de los procesos de identificación y aprendizaje cuando éramos niños y en esto influyen, mayormente, los padres. Por la imitación, por el trato, el niño adquiere muchas actitudes y gestos violentos, porque así se va a sentir "grande" como lo son papá y mamá.

A esto hay que añadir la compensación del miedo. Un detenido análisis del desarrollo psíquico de agresiones fuertes, de hecho y de palabra, nos enseña que toda persona agresiva es, en el fondo, muy miedosa.

Su comportamiento iracundo y colérico trata de tapar y cubrir este miedo. Las personas realmente valerosas no se dejan arrebatar tan fácilmente su serenidad y pocas veces se enojan; cuando lo hacen, es por alguna causa muy importante.



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