Definitivamente el sueño de infancia de un niño es ser policía, sin embargo, para tres jóvenes panameñas que luchan actualmente para pertenecer a las filas de la institución de seguridad más importante del país es un sacrificio diario.
Son de estratos humildes de nuestro país, son madres que el destino las ha llevado a tomar esa difícil decisión, teniendo insaciable deseo de ver un mejor futuro para sus hijos, brindando seguridad con el objetivo de contrarrestar la delincuencia que hoy impera en nuestro pequeño terruño.
Una de ellas es Guadalupe Caballero, de 22 años, oriunda del corregimiento de Pesé, provincia de Herrera, quien luce un suéter negro con el escudo de la promoción 52 de la Academia de Policía. Su tez blanca, cabello cortado hasta las orejas, cumpliendo fiel requisito de las doctrinas de la academia policial, sobresale de los demás compañeros.
Su rostro muestra cansancio, pero no rendición, luego de haber caminado 10 kilómetros en medio de la selva, específicamente el área de Caminos de Cruces y porque está revuelta por los ejercicios. En sus manos lleva un fusil M-16, algo no muy característico para una joven, ya que por estos días en la urbe capitalina prefieren tener un BlackBerry para chatear.
Al preguntarle sobre su experiencia después de tres meses del curso, Guadalupe, quien canta temas religiosos, sin temor manifestó que lo hace por su hijo, quien el pasado 15 de octubre había cumplido años.
''Lo difícil es dejar a tu familia, pero lo haces por ellos'', recalcó.
Dijo que se levanta todos los días a las 4:00 a.m. para hacer físicas, pues sin duda se le notaba.
Los objetivos para Caballero, de ser próximamente policía, es defender a la sociedad del delito.
LO MAS DIFICIL
Otra de sus compañeras es Irlanda Sáenz, de 23 años, oriunda del distrito de Tonosí, provincia de Los Santos, madre de una niña de 7 años.
La futura agente policial manifestó que sin duda lo más difícil es dejar a su hija por todo este tiempo, pero el motivo es para darle una buena educación en el futuro, aprovechando el beneficio que ofrece ser una unidad policial.
Para estar dentro de la academia, en este caso para una mujer, no es nada fácil, sin embargo, cada día el esfuerzo se hace para seguir adelante, "es cuestión de acostumbrarse", reveló.
Otras de las razones, manifiesta Sáenz, es que aunque hay delitos en las calles, el problema se puede solucionar.
BUEN EMPLEO
La tercera recluta responde al nombre de Arinda Miranda, de 26 años, proveniente del área de Almirante, provincia de Bocas del Toro. Es madre de dos infantes, de 2 y 4 años.
Ella definió ser miembro de la Policía Nacional como un buen empleo, le gusta para tener una buena calidad de vida, aunque la vocación va de la mano, asegura.
Miranda indicó que su inspiración para ser policía es porque actualmente en Panamá ha aumentado la criminalidad de distintas formas, por tal motivo, decidió integrar las filas policiales para luchar contra este mal, teniendo en cuenta el sacrificio de no estar mucho tiempo con sus hijos.
CONDICIONES FISICAS
Guadalupe, Irlanda y Arinda tienen condiciones físicas envidiables, y coincidieron en que sus compañeros de curso las quieren como si fueran sus hermanas. El lazo de amistad nos lleva al respeto, manifestaron.
Las tres motivaron sin duda a que más jóvenes panameñas integren las filas de la Policía Nacional, que dejen el temor en sus casas. Cuando estén acá dentro, el sistema las hace fuertes y valerosas, con el virtuoso labor de servirle a la Patria.