El enfrentamiento ideológico parece haber quedado en el siglo XX. El desvanecimiento de esta pugna ha dado paso a la búsqueda de los valores ciudadanos para poder enfrentar con dignidad y entereza los problemas aparecidos con la nueva centuria, como son pobreza, falta de oportunidades, desempleo, seguridad y otros que obligan a los gobernantes a una gestión transparente.
Los gobiernos parecen tener dos opciones: combatir la pobreza o sumergirse en el pantano de la corrupción. Los resultados de una o de otra quedan impresos en los informes estadísticos. En medio de esta disyuntiva, la violencia amenaza con resquebrajar los cimientos de la sociedad.
Las autoridades deben enfrentarse con desventaja al crimen organizado o terminan por ser absorbidas sus fuerzas de atracción.
Asimismo, deben promover las buenas costumbres y legislar sobre educación sexual, con el riesgo de crear el ámbito propicio para que posteriormente, se atente contra las costumbres naturales y permitir matrimonios entre personas del mismo sexo.
Los antiguos conceptos han cambiado. Así, el gobierno del socialista de Brasil, Lula Da Silva, defiende las actividades de una transnacional y el de George W. Bush contradice los preceptos de Adam Smith, al tratar de salvar de la quiebra a bancos.
Mientras, en Panamá una de las empresas más eficientes es la Autoridad del Canal que lleva a cabo la ampliación de la vía interoceánica, iniciativa que ha puesto en fila a los inversionistas.
Por todo lo anterior y en ocasión de estar en plena campaña electoral, es importante que quienes aspiren a gobernar nuestro país utilicen todos los modelos que se entrecruzan para poder conducir al país hacia una mejor calidad de vida.
Ahora, la lucha se debe replantear y canalizar la mayor cantidad de talentos, energías y recursos a la conquista de los mercados, en un mundo en que el comunismo chino es capitalista y el sistema capitalista estadounidense da pasos hacia el intervencionismo estatal.