Alberto González Canto, trabajó por 25 años como guardabosque en el Smithsonians, lo cual le permitió llegar a Darién donde conoció a un colombiano que se ganaba la vida tallando totumas, pero no quería que nadie aprendiera su arte.
Sin embargo, Alberto probó que querer es poder y aprendió la especial técnica de tallar las totumas, tan solo mirando.
Tallar estas totumas lleva un proceso que inicia con la escogencia del calabazo, al cual hay que eliminarle el brillo natural que tiene en la corteza y sin llegar al casco. Se debe raspar con cuidado para que la pulpa del calabazo no manche su parte exterior.
Una vez limpiada viene el proceso de pintar, en el que se utiliza un bejuco llamado ojo de venado.
Paso seguido se busca en la memoria que dibujo sale exacto, se marca en la totuma, pero hay que evitar que no se pase el contorno.
Según Alberto González una totuma grande le puede tomar hasta dos semanas elaborarla y los precios pueden ser entre B/.25.00 a B/30.00 balboas.
Aunque ha querido que otros aprendan su arte, no ha encontrado interés ni siquiera en sus hijos, pero está dispuesto a enseñarle a quien así lo desee.