El bárbaro asesinato del Dr. Hugo Spadafora, siete días después del cumplir cuarenta y cinco años de edad, fue "el principio del fin para la dictadura militar panameña". (13 de septiembre 1985).
Realmente Hugo estuvo "jugando con fuego" en su vida varias veces. Las denuncias contra el dictador Noriega de narcotraficante, fueron la gota que derramó el vaso de su suerte existencial.
"Cuando estuve en el Instituto Nacional fui un "come-libros", no me interesé por la política, me confesó Spadafora cuando lo ayudé a preparar su libro "Mi experiencia guerrillera en Guinea Bissau".
Luego, en la universidad italiana de Bologna, Hugo siente nacer un fuerte compromiso social. Esto lo lleva a dejar las comodidades del ejercicio de la medicina, para ayudar al líder africano Amílcar Cabral, en su lucha contra el poder portugués.
Lleno de esa experiencia de médico-guerrillero, llega a Panamá. Lógicamente ayuda a los panameños que armas en manos, no aceptaban el golpe de Estado de los militares contra el Dr. Arnulfo Arias.
Lo detuvieron llevando medicinas a esos héroes, que no han sido reconocidos por la Democracia panameña de manera ejemplar.
En la soledad de una celda recibe la visita de Torrijos, quien lo convence de unirse "al proceso revolucionario".
Si hubo algo que le critiqué (con mucha delicadeza, por cierto) fue la lealtad que le tuvo a Torrijos, a quien consideraba un líder.
A Spadafora le dije que dirigiera la Brigada Victoriano Lorenzo, de panameños que querían ir a luchar en Nicaragua contra Somoza.
Hizo eso y se llenó de gloria ante la juventud panameña. Al llegar de Managua, le sugerí que organizara un movimiento de jóvenes panameños. Se negó, porque eso le quitaría liderazgo a Torrijos.
Hugo sostenía que Torrijos era "líder". Desde el punto de vista sociológico, el líder "se confirma cuando está en la oposición, lejos del poder". Esto nunca había ocurrido con Omar.
El último sueño de Hugo fue lograr la unión de Arnulfo y Omar, "por el bien del país".
Como muchos panameños, considero que la Patria perdió en Hugo un elemento que pudo darle mucho más de su intelecto, dotes de ejecutivo idealista... y revolucionario.
Aunque me dolió cuando me dijo con tranquilidad que "tú eres un revolucionario de libros, mientras que yo he estado en dos revoluciones, de la Guinea y la de Nicaragua.
Hugo era confiado, pensaba que estaba por encima de las amenazas y esa confianza lo perdió... |