FAMILIA
Guerra contra las drogas Traficantes de heroína
James A. Inciardi
Los correos que concretamente
llevan heroína por todo el mundo y hasta Estados Unidos son tan diferentes
como las personalidades que consumen la droga: miembros de las organizaciones
de tráfico que viajan solos o con sus familias como turistas, diplomáticos,
pilotos y otros miembros del personal a
reo, atletas profesionales, estudiantes, capitanes de barco y marineros,
maestros, físicos, jueces y muchos otros, hasta compañeros
de jueego de Playboy. Hace poco, un conjunto de operativos de contrabando
de heroína se han centrado en mujeres atractivas. Los traficantes
libaneses, por ejemplo, son conocidos por reclutar esbeltas mujeres escandinavas
que dejan de lado los tradicionales depósitos de heroína en
el Harlem neoyorquino, volando directamente a las comunidades árabes
de las ciudades de la costa este.
Una vez en Estados Unidos, la heroína puede ser pisada (diluida)
tanto cuanto entre 7 y 10 veces. Lo que empezó en algún laboratorio
asiático remoto como heroína con un 99% de pureza se corta
con lactosa (azúcar de leche, un subproducto del procesamiento de
la leche), quinina, almidón de maíz o casi cualquier otra
sustancia en polvo que se disuelva cuando se calienta. La heroína
también se mezcla con polvo limpiador y suciedad e inclusive con
arsénico o estricnina si el consumidor está marcado para un
disparo caliente (dosis fatal). En última instancia, la heroína
vendida en la calle tiene una pureza de menos del 10% y a veces tan poco
como un 1 ó un 4%.
Concomitante con el tráfico y la dilución del pasador de
heroína está el aumento geométrico de su precio. En
una operación de tráfico, un kilogramo de morfina de base
vendido en Italia por 12.500 dólares, convertido en heroína
pasa a producir alrededor de 1.7 millones de dólares estimados en
ventas callejeras. Cosa todavía más dramática, mientras
que los aldeanos del valle Siah de la India podían ganar el equivalente
a 300 dólares por 10 kilos de opio crudo durante los años
ochenta, convertido en heroína en Nueva Delhi el precio era de 10.000
dólares, con una escalada a 1.5 millones de dólares en las
calles de la ciudad de Nueva York: un aumento general de alrededor del 5.000%.
H. de hermosura. H. de horror. H. de heroína...
Por qué la gente consume heroína, o cualquier droga ilícita
para el caso, no se comprende del todo. Las teorías son legión,
a tan punto que una publicación del Instituto Nacional de Abuso de
Drogas consagró sus 488 páginas a delinear los principales
enfoques. Un conjunto de investigadores han descrito a los consumidores
de heroína como individuos mal adaptados, hostiles, inmaduros, dependientes,
manipuladores y narcisistas, sugiriendo que el consumo de la droga es sólo
un síntoma de sus personalidades perturbadas.
Otros sugieren que, dado que el consumo de drogas es parte integral de
la cultura general que rodea al consumidor, es un comportamiento aprendido.
El enfoque del sociólogo Alfred R. Lindesmith, que está
entre las teorías más a menudo citadas, más simplistas
y quizá menos útiles sobre el consumo de heroína, explica
la adicción sobre la base de la asociación que hace el consumidor
de la droga con la desesperación que acompaña la súbita
cesación de su consumo. Consumir heroína, afirma, es una cosa,
pues la gente tiene diversas motivaciones para probar la droga.
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