A los países en vías de desarrollo (peyorativamente del tercer mundo) nos comienzan a vender la idea de que ha llegado el momento de dejar a un lado los barriles de petróleo y empezar a utilizar el gas como recurso combustible. Con esto debemos manejarnos con cuidado y tomar precauciones al momento de buscar opciones que nos permitan controlar las fuentes productoras de energía.
Por su parte, las naciones desarrolladas, generalmente con cuatro estaciones bien marcadas, consumen mucho gas durante la temporada invernal para enfrentar el descenso del termómetro con aparatos de calefacción para quienes tienen capacidad de instalarlos en sus residencias.
Sobre esto es interesante destacar que luego de la arremetida de los huracanes Katrina, Rita, Stan y el recientemente estrenado Vince, este producto ha subido su precio en un 130 por ciento. A los estadounidenses, sin embargo, no parece importarles si el gas es "amargo" o "dulce", si contiene más azufre, así como tampoco les preocupa si su clasificación productiva es Maya o West Texas.
La procedencia o la conformación de la sustancia es lo de menos para ellos.
El temor creciente es el incremento del presupuesto familiar que podría ascender en unos 300 dólares al mes en calefacción durante el invierno, cuya aparición parece tener intenciones de adelantarse. Además, los gastos por consumo de gasolina y otros derivados del petróleo podrían ubicarse en una media mínima de 320 dólares. Esto suma 620 dólares tan sólo para protegerse del frío o para movilizar su vehículo, sin siquiera pensar en los gastos de alimentación.
En Panamá, hemos visto con creciente asombro el vertiginoso aumento del precio del combustible y pretendemos utilizar el gas para impulsar nuestros vehículos. Tal vez no hemos podido visualizar el intrincado enramado de problemas que se teje sobre nuestras cabezas.
Somos parte de un país sin desarrollo tecnológico, sumido en la pobreza y en el desempleo, acosados por la delincuencia y todo tipo de violencia y tal vez por la ansiedad que esto representa no podemos percibir la positiva luminosidad de esta medida. Demos crédito a nuestra impericia.
Creo que es falsa la apreciación de que la oferta de gas es sustentada por más de 8 mil compañías con instalaciones adecuadas; esto no nos permitirá controlar los precios porque la materia en cuestión está dispersa y es diferente a la manera de ofertar del petróleo.
Es un cuento parecido a la desestimación de la refinería Panamá.
Hasta donde sabemos, las plantas de proceso de gas están ubicadas en México, Venezuela, Arabia Saudita, Rusia y Venezuela y como cosa curiosa, esas naciones consumen el 80 por ciento de lo que producen. ¡Qué interesante!.