Al ganar Francisco Sánchez Cárdenas la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Revolucionario Democrático (PRD), el colectivo logró lo que más necesita en estos momentos confusos que vive: tiempo.
Tiempo para reagruparse ante la aparatosa derrota electoral de mayo pasado, para bajarle los ánimos a sus descontentas bases, y sobre todo para entrar en el verdadero trabajo en que deben concentrarse de ahora en adelante, que es reconciliar al partido, reestablecer sus mecanismos de consulta y consolidar un nuevo liderazgo libre de los escándalos y descalabros que se le achacan al pasado CEN.
Esta pequeña y corta ventana de oportunidad que tiene el PRD probablemente no hubiese existido si hubiese ganado la Presidencia del colectivo la actual directora de la Ampyme, Giselle de Calcagno, o su principal antagonista, la ex candidata presidencial Balbina Herrera. A última hora, Herrera tuvo que reconocer que insistiendo en correr al cargo, no lograba más que hacerle el juego a Calcagno.
En resumen, puede decirse que -para este cargo en particular del CEN- ganó el que debía ganar para garantizar que el PRD no se fragmentara.
Otras figuras que se confirmaron con puestos en el CEN transitorio fueron Mitchell Doens como Secretario General, así como Benicio Robinson, Pedro Miguel González y Leandro Ávila. En la segunda subsecretaría quedaron empatados Rogelio Paredes y Denis Arce, y de igual forma quedó la contienda por la quinta subsecretaría, entre Joaquín Vásquez y Juan Hernández. El desempate debe darse en dos semanas.
Ahora, lo mejor que debe hacer el nuevo CEN transitorio es manejar ese precioso tiempo que consiguieron de la mejor manera. Y eso significa abrir las puertas al verdadero debate y purgarse de dirigentes fallidos.