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Los niños y el SIDA

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Dr. Xavier Saenz
Jefe del Servicio de Infectología del Hospital del Niño

El SIDA en niños representa una enfermedad diferente a la acontecida en adultos. En primer lugar, porque estas inocentes criaturas usualmente adquieren la infección por culpa de los hábitos sexuales y riesgos de conducta de sus progenitores. En segunda instancia, porque el desarrollo de los síntomas de la enfermedad, después del contagio inicial, es muy rápido, reviste mayor severidad y peor pronóstico. Finalmente, porque un menor número de opciones terapéuticas está disponible para enfrentar el VIH en la población pediátrica, lo que dificulta el manejo de la enfermedad y la adherencia del paciente al tratamiento prescrito.

Para sospechar la posibilidad que un niño tenga SIDA es necesario recurrir a un buen interrogatorio y evaluación de su madre, ya que la transmisión perinatal del VIH (durante embarazo y parto) es la responsable de más del 90 por ciento de los casos pediátricos de esta enfermedad. Otras rutas de contagio incluyen la práctica de sexo no seguro y la drogadicción en adolescentes, el abuso sexual por personas infectadas y la transfusión de sangre contaminada (muy rara en la actualidad). Las primeras manifestaciones clínicas de un niño con SIDA incluyen fiebre prolongada no explicable por otras causas, pérdida de peso (desnutrición), presencia de ganglios inflamados de forma crónica, retraso en el desarrollo neurológico, infecciones severas frecuentes y síntomas respiratorios persistentes y/o recurrentes.

La mejor manera de prevenir el SIDA en niños es tratar a la madre infectada durante el embarazo. Una vez el niño se infecte con el VIH, habrá que tratarlo de por vida con múltiples medicamentos antivirales. Si bien la combinación de fármacos potentes puede mantener al niño infectado en condiciones saludables por muchos años, estas medicinas son extremadamente costosas y pueden asociarse a reacciones adversas e importantes. Además del tratamiento específico contra el VIH, el niño con SIDA debe recibir una gran cantidad de vacunas (las usuales del país más otras especiales) para prevenir el desarrollo de infecciones oportunistas que afecten su pronóstico.

El SIDA en niños es la enfermedad que pone al descubierto la tragedia humana en su máxima expresión. La obligación moral de toda la sociedad (sector salud, clubes cívicos, iglesias, organizaciones estatales y no gubernamentales, comunidades y los empresarios) es trabajar juntos para minimizar el creciente número de niños infectados, mediante óptimas medidas de prevención y campañas de concienciación social. Cada semana de inercia solidaria y silencio periodístico, de uno a dos niños panameños se infectan con de VIH y nuestro país pierde ciudadanos potencialmente productivos, para garantizar un futuro más digno.

 

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