En los últimos años, la dirigencia del transporte público ha recurrido al chantaje de la amenaza del paro, con el propósito de conseguir sus propósitos.
Durante la administración Moscoso se les permitió elevar de 15 a 25 centésimos el pasaje, se les otorgó préstamos millonarios para renovar la flota y hasta se les autorizó abrir sus propias estaciones de combustibles, pero la dirigencia glotona pide y pide cada día más.
Ahora vienen con otra exigencia elevar de 25 a 40 centésimos por el servicio que les brindan a los usuarios. Los panameños ya no soportan más aumentos de nada.
En campaña el hoy mandatario Martín Torrijos pregonaba que se dotaría al área metropolitana de un nuevo sistema de transporte parecido al Transmilenio, que opera en la ciudad de Bogotá.
La ciudadanía se merece tener un servicio de transporte adecuado para las necesidades de nuestro país. Incluso, aunque algunos digan que es una mera ilusión, el sistema de autobuses articulados y el tren ligero pueden muy bien implementarse, de forma adecuada, en la ciudad de Panamá y alrededores.
El país debe ensayar nuevos métodos de transporte público, porque el sistema de los "diablos rojos" ha fracasado y sólo sirven para enriquecer a un grupito de dirigentes en perjuicio de los usuarios y de los propios palancas, que andan como alma que lleva al Diablo para lograr una cuenta abusiva que le establecen los dueños de los autobuses.
El alza del petróleo es algo inevitable, por eso el gobierno no debe dilatar las soluciones. Ya hay demasiados estudios al respecto, lo que procede ahora es poner en marcha los proyectos. ¡El pueblo ya se está cansando de tanto bla-bla-bla!