La oposición panameña acaba de despertar. Tras casi un mes de letargo, quizás para concederle una mini luna de miel al mandatario Martín Torrijos, los adversarios del nuevo gobierno han reaparecido en escena.
La posición de la oposición es que no existe gobierno ni hay liderazgo en la nueva administración. Esa conclusión parece apresurada, tomando en consideración que Torrijos apenas tiene 30 días al frente del Ejecutivo.
Sin embargo, en el planteamiento de los adversarios hay algo que es muy cierto. Torrijos y todos los candidatos presidenciales sabían de la difícil situación fiscal del Estado. El expresar asombro es querer tomarnos de tontos.
Como casi siempre, los problemas de Panamá han sido de índole económico, sobre todo en el manejo de una deuda que consume más del 20 por ciento del presupuesto anual de la nación.
Por años hemos padecido de ese problema. Los técnicos del Ministerio de Economía y Finanzas saben perfectamente cuáles son los problemas que afectan al país y deben adoptar una política económica que nos haga salir de ese hueco, pero no con la opción fácil de contratar más deuda para pagar gastos, lo que produce un círculo vicioso.
El propio Torrijos estudió administración de empresas. Que mejor oportunidad de demostrar lo aprendido, que adoptar las medidas necesarias para que el país avance por mejores senderos.
En cierta forma, los cuestionamientos de la oposición son injustos para un gobierno que apenas se estrena, pero la realidad económica del país no está para dar treguas, sino para ponerse las pilas y trabajar sin tantas excusas.