Me impresionó ver en un noticiero de la televisión, a una dirigente del populoso barrio de El Chorrillo, rogar por la rápida intervención de los agentes de la Policía Nacional, para detener la violencia desatada por las pandillas.
El Director de la institución policiva, Rolando Mirones, ha aclarado que aunque él mande más efectivos, los otros componentes del problema -como el poder judicial- tienen que cumplir con su papel. Y la verdad es que el tema no es fácil. Toda la América Latina está sufriendo los embates de la delincuencia, convirtiéndolos en un asunto políticamente sensible. Algo que ha adquirido con los años, una fisonomía de tal violencia, que mantiene a las comunidades realmente asustadas.
Y aunque cada día se escuchan más señalamientos hacia los jóvenes y menores de edad, como la causa del nivel de delincuencia, en realidad estamos frente a un dilema complejo que tiene muchas aristas.
Se trata de una enfermedad que requiere de una estrategia integradora, que va más allá de un aumento del número de policías en la calle. Por ejemplo, qué estudio hemos hecho de la excesiva violencia en los contenidos televisivos a que se enfrentan nuestros hijos.
Para nadie es una novedad, el aumento de las imágenes violentas en la televisión, que está mostrando situaciones de la vida cotidiana, como peleas a golpes. Hechos que el niño traslada fácilmente a su vida normal y lo asume como algo posible.
Qué pasa con el desempleo juvenil y la convivencia diaria de las comunidades con las bandas criminales. Estudios internacionales indicarían que la posibilidad de que un adolescente cometa hechos violentos con armas de fuego, es aproximadamente el doble si cuando era niño, fue testigo de ese tipo de actos.
Por ejemplo, investigadores de la Universidad de Harvard, resaltan la importancia de la influencia del contacto personal con la violencia. Vivir en ese mundo violento, fue mucho más importante que otros elementos como la pobreza, el consumo de drogas o el haber sido criado por uno solo de sus padres.
El aumento sólo del número de policías en las calles, pareciera ser una medida a corto plazo y no suficiente para resolver el problema.