Dice la santa escritura que David venció a Goliat. Aquel pequeño gigante con honda (instrumento rural para lanzar piedras) en mano escribió un capítulo de valentía en medio de la historia cristiana.
David, pequeño y corajudo. Goliat.. inmenso, fuerte y despiadado.
¿PUEDE DAVID, SER GOLIAT?
Puede ser David Américo Ortiz Arias, mejor conocido como "Big Papi" o "Cookie Moster", el más grande bateador designado de toda la historia. Ese David, nacido en Santo Domingo, República Dominicana, de 6 pies y 4 pulgadas con 230 libras de peso es el Goliat del béisbol de Grandes Ligas.
Hay quienes especulan y con justa razón que un bateador designado no puede llevarse el premio al Jugador Más Valioso.. pues sus números se inclinan en el plano ofensivo y son pocos los guarismos defensivos que pudiera aportar.
Pero esos mitos, rimbombantes pudieran tocar fondo con la producción ofensiva del "Big Papi". Hasta ayer, Ortiz presentaba promedio ofensivo de .296 con 140 carreras empujadas y 46 cuadrangulares, su mayor marca personal y la segunda mas alta para un pelotero de las Medias Blancas de Chicago.
Ortiz buscará llegar a los 50 cañonazos esta temporada y empatar en el primer lugar de las Medias Rojas al inmortal Jimmie Fox que sacudió 50 en la campaña de 1938, lo más grande para un jugador de Boston en su historia.
Ganar el premio al Jugador Más Valioso de la temporada, implicaría un éxito a las Medias Rojas y al propio Ortiz. El 16 de diciembre del 2002 los Gemelos de Minnesota dieron de baja al pelotero dominicano y le mandaron a su casa en Santo Domingo.
¡NO MAS!
Mientras en Minnesota se estaban volviendo completamente locos.. en Boston miraron con luces largas. Ortiz se convirtió en el "gran caballo" de las Medias Rojas de Boston y no ha parado de empujar carreras y conectar jonrones.
Fue una gran contratación de Boston y una gran demostración de poder de Ortiz. Ahora sus numeritos le pueden dar el premio al Jugador Más Valioso de la temporada y acabar como uno de los grandes.
David que venció las adversidades y Goliat que mostró su fuerza.
¡Viva, el béisbol!