EDITORIAL
Fracaso del CMA
Las previsiones contractuales
acordadas entre Panamá y los Estados Unidos de América en
los Tratados Torrijos-Carter establecen la salida de los militares norteamericanos
de las bases enclavadas en el territorio zoneíta, en reversión.
La acelerada clausura de las bases militares de Estados Unidos a lo ancho
y largo de la geografía mundial es resultante de la terminación
de la llamada "Guerra Fría", con la cancelación
de las cerrazones fronterizas y la iniciación de un ordenamiento
internacional signado por renovados derroteros y búsquedas que nos
acercan a la materialización de "aldea global" que señalan
los sociólogos de la comunicación.
En Panamá, ante la realidad de decidido camino hacia conclusión
de la presencia militar extranjera, sectores empresariales y políticos
tradicionales sintieron incomodidad y avanzaron gestiones y opiniones dirigidos
a replantear tales cancelaciones militares para encontrar alguna fórmula
que sin lesionar las normativas acordadas en los Tratados, y sin tropezar
con las proclamas nacionalistas panameñas pudiera garantizar un mecanismo
idóneo de presencia norteamericana.
La iniciativa entonces radicó en proponer la creación de
una instancia multilateral que con participación de varios países
interesados en la lucha contra los narcóticos, la represión
del comercio delictivo y el lavado de dinero procedentes de la maligna actividad
drogómana, en un centro concebido con las siglas de CMA.
Negociaciones exploratorias inicialmente y formales con posterioridad,
dirigidas a materializar el proyecto hicieron aflorar las respectivas posiciones
de ambos países, que luego de dilatadas sesiones e intercambios de
documentación, llega a endurecimientos inflexibles, que conducen
a la cancelación de las conversaciones, con el reconocimiento oficial
de que los esfuerzos desarrollados, y de la existencia de áreas de
interés común, se ha fracasado.
Aún cuando las autoridades panameñas nunca hicieron públicas
las conversaciones, ni los puntos de acuerdo, un diario mexicano, publicó
un texto que resultó válido, en el cual se expone claramente
búsqueda de una presencia castrense foránea, con amparo de
calidades y garantías propias del derecho diplomático para
esos soldados y sus mandos; materia que resultó contraria al sentimiento
nacional.
Es incuestionable que Panamá mantiene permanente actividad represora
contra los delincuentes de las drogas y el delito de lavado de dinero; en
tal sentido reformas bancarias y financieras sensitivas se acordaron, mientras
la integración policial especializada sirve en labores de búsqueda
y captura. Sin embargo, este decidido ánimo colaborador y participativo
no puede utilizarse para prolongar en nuestro país situaciones colonialistas
contra las cuales el pueblo vertió sangre, lágrimas y vistió
luto.
No pueden crecer sentimientos de desilusión y desesperanza por
la decisión nacionalista: se impone que con el respeto debido, con
la plenitud soberana, ambas naciones revisen los derroteros y marcos de
sus relaciones bilaterales, ya que un pasado de historia compartida nos
une, y la importancia de sus inversiones afirma nuestras estimas.
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