La fuerza de la naturaleza hizo estragos ayer en Panamá. Las lluvias torrenciales causaron inundaciones que a su paso cobraron la vida de niños. Aunque este tipo de evento son sorpresivos y poco es lo que se puede hacer, las autoridades deben promover campañas educativas para que los ciudadanos sepan qué hacer ante una situación de emergencia.
Familias enteras perdieron sus enseres y se dieron deslizamientos de tierras que sepultaron a tres menores, en San Miguelito.
Algunas desgracias se pueden evitar. Por ejemplo las autoridades no deben autorizar la construcción de viviendas cercanas a quebradas y ríos o al lado de cerros que puedan ser susceptibles de derrumbes.
De igual forma se debe mantener una permanente limpieza y dragado de los ríos y quebradas, para evitar la acumulación de basura y sedimentos, que favorecen que las aguas se desborden.
También resulta inconcebible que algunas avenidas se inunden con el mínimo aguacero y las autoridades no logren una solución permanente al problema. Esta el caso de Chanis, frente al colegio José Dolores Moscote y la vía Frangipani, para mencionar algunos lugares.
Ahora con la desgracia que afecta a los hogares panameños vienen los lamentos y las promesas de resolver lo que se pudo prevenir. Tradicionalmente en Panamá se actúa después que ocurren las cosas. Pocas veces veces se limpian los alcantarillados, que muchas veces son obstruidos por la basura que lanzan los mismos residentes de las barriadas o por la demora en las labores de recolección de los desechos.
Los efectos de la naturaleza se pueden mitigar, pero sino hacemos nada, la desgracia volverá a repetirse.