Para ser justo, debemos alabar la incursión de Oscar de la Hoya en el pugilismo, rememorando sus días de boxeador olímpico de 1992 en Barcelona, España, donde obtuvo la medalla de oro de la categoría de las 132 libras, con el alma deshecha, por la muerte de su madre, en pleno desarrollo de las Olimpiadas.
También, resaltar la calidad de antagonistas, combatiendo con los mejores en las divisiones que ha concursado, aún con la escasez de valores. Oscar de la Hoya, ha tenido adversarios de calidad reconocida de la talla de John John Molina, Miguel Ángel González, Wilfredo Rivera, Julio César Chávez, Pernell Whitaker, Ike Quartey, Félix Trinidad, Shane Mosley y Arturo Gatti. Tiene 18 combates con ex-monarcas del mundo, seis coronas en diferentes pesos, y lo más valioso; haber tomado la vanguardia por años, de un deporte que se tambalea.
Fue de coraje y decisión sorprendente, echarse al hombro la responsabilidad, de exponer el oro contra el temible Bernard Hopkins, monarca actual más estable del pugilismo con registro de 44 triunfos, 2 reveses, 1 empate y 1 sin decisión, con 31 nocauts, que hace su defensa número 19, con todos los atributos a su favor, para eclipsar al afamado "Golden Boy", con palmarés de 37 victorias, 3 derrotas y 29 nocauts.
EL ORO SE FUNDIRA...
El atributo más notable en el estilo de Oscar de la Hoya, es su prontitud, que está comprobado que es veneno para cualquiera en los tinglados.
De lo inconveniente, de combatir con boxeadores que se adaptan a cualquier estilo y uno de ellos, es sin dudas, Bernard Hopkins, que tiene como característica especial, terminar más arrogante que como inicia sus ciscos pugilísticos. Por esa razón, cuando liquide al "Golden Boy", se le tendrá que cambiar el mote por "El Oxidante", después de convertirlo en aleación corrupta, donde el hierro del hacha prevalecerá al fundirse con el oro, en mezcla de doce vueltas.
Después de lucir estático, frente a Félix Sturm, Oscar determinó, llegar al combate contra Bernard Hopkins, con peso que no exceda 157 libras, tratando de ser más fulgurante, comprendiendo, que es el detonante más eficaz, para evitar ser decapitado por "El Verdugo", que hoy vendrá con la quimera, puesta en el triunfo y también en el público para que lo acepte como ídolo y se le otorgue el reconocimiento que se merece, después de vivir largos años, de anónimo en esta disciplina, siendo el paladín, más estable del pugilismo a lo extenso de décadas.