El técnico que llegue al banquillo nacional tendrá una bomba de tiempo en sus manos que la propia FEPAFUT se encargó de preparar.
Con tantas idas y vueltas, se terminó gestando un peligroso manoseo que ensució por completo el proceso de designación del entrenador que tendrá en sus manos el sueño de todo un pueblo, de llegar por primera vez a un mundial.
Ni Suárez ni Julio Dely Valdés ni el periodismo tienen la culpa de todo esto. La telaraña de marchas y contramarchas que oscurecieron el panorama y generaron una insólita polémica sobre cómo usar los 5 millones que prometió el Presidente de la República Ricardo Martinelli, es absoluta responsabilidad de los dirigentes que conducen los destinos de la Federación.