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Junio, 2002. Argentina era claramente favorita para ganar la Copa del Mundo de fútbol, en Corea y Japón. Pronto, los argentinos se frustrarían ante la debacle del sueño en que se corrían a robo el hecho que ganarían la copa sin siquiera haber pasado los minutos y luego verían hacer el ridículo en el deporte que para ellos es pasión y religión.
Entre agosto y septiembre, dos meses después de la decepción futbolera, serían otros deportes no menos populares, pero con un trabajo prácticamente desapercibido, los que darían algo de alegría a una nación sumida en los problemas más agudos en cien años.Quien hubiera pensado que sería la selección de baloncesto de ese país sureño, la que daría el golpe más duro al llamado "Dream Team" estadounidense, en el que el deporte con una organización profesional, pero humilde, le ganaría a un grupo de jugadores pertenecientes a la más rancia clase elite y super millonaria de la NBA.
El baloncesto argentino ha sacado la cara y no el fútbol, no solo con resultados, sino con hechos. Mientras el fútbol tuvo en su largo camino a Corea y Japón un average que lo catalogó de ultra favorito con solo una mancha negra, Brasil, el baloncesto pasó de forma invicta el Torneo de las Américas en Neuquén, con un promedio de 97.7 puntos por juego, siendo el equipo más ofensivo.
Dentro del Mundial, si en el fútbol Argentina apenas tuvo dos goles a favor y solamente cuatro puntos, producto de una pobre actuación desde 1958, el baloncesto argentino arrancó con 6 triunfos al hilo, llegando a una producción de más de cien puntos.
El fútbol dejó que desear de protagonistas rimbombantes como Batistuta y Hernán Crespo, pero el basket nos da a conocer figuras como Emanuel Ginobili, que ya puso su etiqueta de garantía de espectáculo para la próxima temporada de la NBA con los Spurs de San Antonio, y otras figuras que nos darán más tiempo para escuchar a lo largo del año.
Fue el basket y no el fútbol, así como lo ha sido el rugby con los "Pumas", el hockey con las "Leonas" y el voleibol, los que han sacado la cara por Argentina. Como sea, el hecho debe ser festejado y compartido por todos los latinoamericanos demostrando que pese a toda desventaja, "sí se puede". |
