Los padres de familia de estos años no comprenden la delicada tarea que se les encomienda. El asunto no es solo traer hijos al mundo, e invertir dinero a raudales en su educación, salud y formación espiritual. La ropa, las medicinas y los libros se lo puede comprar cualquier persona. Las cosas materiales van y vienen, sin que signifiquen nada para estos muchachos.
El papel del padre y la madre, hoy más que nunca, es el de faro conductor, de auxiliar en los duros momentos de la vida y el crecimiento, de acompañante, consejero y amigo. Si estas actitudes y conductas no se abonan, los hijos crecen como extraños bajo el mismo techo que sus padres, que se convierten apenas en proveedores, y nada más.
Es importante ser ejemplo de los muchachos, que vean en sus padres modelos a seguir de trabajo, estudio, honestidad, y lucha frontal contra las adversidades. Lo que está en juego es mucho más que los individuos aislados: es la sociedad en pleno la que se juega el futuro. |