Nace un nuevo gobierno. Son cinco años de ajetreo político, periodo en el que se tendrá que tomar decisiones trascendentales para el país. Es un lapso democrático puro y legítimo donde el nuevo mandatario podrá operar sin las manos atadas. La sinergia está lista. La Asamblea Legislativa está decidida a apoyar la gobernabilidad de Martín Torrijos porque son mayoría, pero las fuerzas de oposición no deben cruzarse de brazos para evitar que leyes nefastas pasen los tres debates.
Ser oposición no significa oponerse a todo. Es una voz fiscalizadora del andar del nuevo gobierno. Es una especie de freno, dispositivo que se usa para moderar o detener el movimiento de algunas máquinas. En este caso sería de la aplanadora del PRD.
La actitud de algunos de los legisladores del bloque de oposición en el primer día de sesiones nos pone en alerta. Todo parece indicar que el tractor político hará imponer su posición en todo o que se discuta si es que no se actúa con firmeza y seriedad ante lo que se discute.
Los ojos del pueblo están sobre los padres de la Patria (oficialismo y oposición) porque nadie quiere cerrar un ojo para evitar que los criterios que se empleen no se ajusten a la realidad nacional.
La línea recta debe imponerse. No debe haber lugar a coqueteos con el nuevo gobierno. Esta sería una señal de que se quieren lograr beneficios a cambio de. Ojalá el termómetro que medirá la corrupción se mantenga siempre activo para darnos cuenta cuando comienza el matraqueo que haga desviar la nave de una Patria Nueva, anunciada y cacareada en los últimos discursos.
La Patria debe ser nueva para todos y no para un grupo en especial, por ello la importancia de ejercer la función más importante que se espera: fiscalizar.