REFLEXIONES
"El Final del Pacto de La Pintada"

Carlos Christian Sánchez C.
Nuestro país es tan chico que nos damos el lujo de "pillar" a ciertos políticos cuando están haciendo sus maniobras estratégicas, con el fin de consolidar sus posiciones partidistas. Notables diputados estuvieron negociando en secreto, desde hace tres meses, el destino de la endeble alianza parlamentaria pro gubernamental, que se denominó "Pacto de La Pintada", pero parece ser que las ambiciones personales y los compromisos arbitrarios, terminaron por molestar hasta a los mismos legisladores arnulfistas. Mañana la Asamblea Nacional elegirá su nuevo presidente y Junta Directiva del período 2000-2001, en lo que resultará, sin duda alguna, en una guerra campal de posiciones y negociaciones de última hora. Posiblemente, la presión que se cierne sobre el gobierno arnulfista, ante el regreso de la "Aplanadora Perrediana", más la no discreta jugada de ciertos legisladores panameñistas de unirse al frente político fundado por Omar Torrijos, hará realidad la existencia de un parlamento distanciado del Gobierno actual, a pesar que los ilustres legisladores negocian a la libre, sin compromisos firmes. Es tan grande el poder político y el respaldo financiero de la presidencia de la Asamblea Legislativa, que han surgido diez candidatos para ese puesto directivo de este órgano del Estado panameño. El Partido Solidaridad, que no cuenta con más de cinco legisladores, tiene a cuatro de ellos tras el puesto presidencial parlamentario, ya que se basan en el compromiso antes adquirido, de que un "solidario" sería el que debería ocupar tal honroso sillón. Pero se consideran con más opciones, las cartas que juegan Laurentino Cortizo y Noriel Salerno, quienes han logrado, al parecer, mayor protagonismo para la elección del primero de septiembre. El primero cuenta (se supone) con el apoyo del PRD, mientras que el segundo tiene una base de legisladores pro gubernamentales, tanto Molirenas, como Arnulfistas y de Cambio Democrático. Esto no es definitivo. Nos permitimos el derecho de no dar en el clavo, puesto que es casi imposible conocer lo que realmente sucederá en esta elección parlamentaria. Es un hecho latente el que se vuelva también a repetir la medición de fuerzas contrarias políticamente hablando, de septiembre de 1999, cuando en el momento de la toma de posesión de Mireya Moscoso, por un solo voto se decidió elegir al indígena kuna, Enrique Garrido, como presidente del Parlamento. Un parlamento contrario al Ejecutivo sería un dolor de cabeza para el sector gubernamental, siempre y cuando no se vicien los usuales canales de comunicación entre estos dos órganos del Estado. Ojalá que, de salir una presidencia legislativa adversa a Mireya Moscoso, se considere pensar primero en el trabajo para lograr el desarrollo económico y el bienestar social del país, antes que tramar conspiraciones entre uno y otro sector que dirigen los mencionados órganos públicos panameños.
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