EDITORIAL
Juegos y rejuegos por mayoría parlamentaria
Los resultados electorales de la competencia electoral del pasado 2 de mayo ofrecieron la paradoja de discernir las autoridades presidenciales en la terna de la Unión por Panamá, y asimismo las reparticiones parlamentarias a otra, Nueva Nación, con lo que se formaliza una carrera convencedora entre ambas fuerzas parlamentarias, para reclutar los minoritarios, en miras a consolidar la mayoría de las decisiones del parlamento. Los dígitos son estrechísimos; tal situación conduce a ofertas, proposiciones, dádivas y compromisos que se vocean en corrillos políticos, para acoger en sus aleros a los votos diferenciales, donde se mencionan consulados en Miami, premios, colocaciones y mantenimiento en posiciones burocráticas, además de otras sinecuras, canonjías y beneficios. Los acercamientos persisten; en distintos momentos se proclaman arreglos que disipan las horas, niegan los responsables, y expanden las inquietudes, cuyo desenlace se materializará en escasas cuarenta y ocho horas, al momento de renovar los mandos legislativos. Las expectativas y afanes en torno a la determinación de la mayoría en la Asamblea Legislativa tiene como motor que las impulsa el análisis de las consecuencias que los eventuales resultados significan en el derrotero nacional: así, de lograr el PRD aglutinar las treinta y seis afiliaciones que hacen la mayoría de la Asamblea Legislativa, enfrentaría al Ejecutivo renovado con un valladar que pudiera obstaculizar sus gestiones reformistas, derogadoras de leyes y actos del anterior gobierno de Pérez Balladares, lo cual devendría en el incumplimiento de las ofertas electorales, y la incapacidad para hacer las rectificaciones que el pueblo reclama. De otra parte, si el mireyismo acumula la mayoría parlamentaria, puede implementar sus propuestas rectificadoras, normativas de renovación y cambio que ofertó durante su campaña: cambios afirmados en la justicia social y el amparo público para los desheredados de la fortuna, los abandonados de la suerte. Ante tales perspectivas, serenos analistas sostienen la conveniencia de acomodar un régimen de bilateralidad política que sobre una agenda nacional, sume esfuerzos, acorace resistencias, y sobrepase los recelos pequeños, los enanismos conceptuales, dándole al país el respiro y las garantías políticas que oxigenen el vivir colectivo, disipen las reservas, en un interregno pactado que reparta tranquilidad para afirmar sin sobresaltos el derrotero democrático y cívico panameño. Los acontecimientos cercanos dirán si la clase política panameña tiene la lucidez, el desprendimiento, la solvencia y calidad, para salvar la patria del descalabro, y sembrar los semilleros de respeto, voluntad, patriotismo, que permita alcanzar la luz, la paz, el desarrollo, la riqueza y la felicidad.
PUNTO CRITICO |
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