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 Domingo 29 de agosto de 1999


Se agudiza problemática social en Puerto Armuelles

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Vielka Cádiz F.
Chiriquí / EPASA

En los albores del nuevo milenio, la problemática social de Puerto Armuelles parece agudizarse. Un ejemplo palpable de ello lo constituye el caso de los hermanos Hernández González, quienes sufren de retardo mental.

La familia reside en la Barriada El Carmen y está compuesta por el padre Manuel Hernández, de unos 60 años de edad y sus cuatro hijos, tres de los cuales padecen la enfermedad.

Mónica, de 27 años, Manuel de 26 y Juan Luis, de 24 años, representan la nota característica de una problemática latiente, donde el desempleo, la desnutrición, la falta de educación y por ende, el descuido se mezclan para convertirse en un asunto de gran preocupación.

Postrado en una vieja hamaca, con un banco al lado y acompañado de Mónica, quien tomaba una siesta en una cama de tabla, encontramos pensativo, sin camisa y con los pies descalzos, al señor Manuel.

Para analizar individualmente el tema, comenzaremos exponiendo el caso del jefe de la familia, Manuel Hernández, un ex trabajador del Departamento del Muelle que, luego del cierre de las operaciones en esa área, quedó desempleado y con tres hijos discapacitados.

La mayor de ellos es Mónica, quien tiene defectos para caminar y padece dificultades para hablar. Versiones suministradas por vecinos del sector indican que la joven es manejada por depravados individuos que aprovechan su ingenuidad para mandarla a hacer cosas indecentes, como es tocarle el miembro a algún ciudadano por 25 centésimos.

En el camino hacia la humilde residencia, nos encontramos a Manuel, de 26 años, quien sufre el mismo mal que aqueja a su hermana, pero aun así se dedica a vender periódicos. Sin embargo, el poco dinero que gana lo utiliza para embriagarse y no para alimentarse.

Para colmo de males, el menor de los hermanos también padece el síndrome y a diario se le observa tirado o pidiendo plata en el hospital Dionisio Arrocha, en las piqueras de buses o por el centro del poblado.

Al conversar con el padre de los jóvenes, el jefe de la familia responsabilizó a la madre, quien al parecer no guardó los cuidados necesarios durante el embarazo.

Expresó que la señora no se preocupó por llevar a los infantes al médico y aún estando ellos pequeños los abandonó. Ante ese hecho, Manuel se tuvo que hacer cargo solo de sus tres hijos, quienes al final fueron criados por la abuela, quien también confrontaba la enfermedad, de la cual nunca lograron conocer su nombre.

Después del fallecimiento de la anciana y enferma viejecita, los tres enfermos quedaron a cargo de su padre, quien hoy vive constantes momentos de zozobra e incertidumbre, ante la carencia de un medio de subsistencia para él y sus hijos.

Según relata Manuel, en ocasiones realiza trabajos eventuales, porque el dinero que gana su única hija normal y quien labora en el Municipio de Barú, no alcanza para los cinco.

EPASA también indagó sobre la enfermedad al señor Manuel, pero éste no pudo explicar cuál es el mal que sufren los jóvenes conocidos como "bin bin", sino que se limitó a manifestar que su madre también era así, por lo que no descartó la posibilidad de que se trate de algo hereditario.

Agregó que sus tres hijos nacieron bien, pero con el transcurrir del tiempo y ante la falta de atención médica, a los pequeños les fue apareciendo la enfermedad.

Además, se pudo conocer que los tres jóvenes iniciaron la escuela, sin embargo, por el propio ambiente que rodeaba al hogar, donde los niveles de escolaridad parecen no haber existido nunca, éstos abandonaron los estudios sin que nadie hiciera algo por evitarlo.

La ignorancia que prevalece en ese sitio es tan visible, que incluso Manuel (padre) llegó a relatar que los tres hijos perdieron el carné de seguro, en un tono como si estuviera hablando de cualquier papel que se pierde y que no reviste importancia alguna.

Con las pocas esperanzas que tiene el pueblo porteño ante la posible retirada de la empresa frutera y el descuido inminente del actual gobierno, problemas sociales como éstos podrían aumentar en los próximos meses en la región.

Todo depende de la política que adopte el nuevo gobierno de la presidenta electa Mireya Moscoso, para enfrentar la anomalía que tanto daño hace a la sociedad panameña en general.

 

 

 

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