REFLEXIONES
"Allá, a la vuelta del árbol de mango"

Carlos Christian Sánchez C.
Un compa es abordado por un turista. Este último, desconcertado ante la falta de abreviaturas en calles y avenidas, le pregunta al ciudadano local para poder llegar a determinado sitio. Nuestro compatriota le dice: "Vaya recto por esta calle, doble a la izquierda, siga derecho por el camino y doble más allá, a la vuelta del árbol de mango. Verá en la esquina una casa rosada. Esa no, la otra... Luego encontrará la casa verde. Esa es la residencia". Por supuesto que el foráneo queda en el aire, ante tal enredo de direcciones, basadas en sitios y no en el nombre de las vías. Panamá es una de las ciudades más problemáticas del mundo, en cuestión de nomenclaturas (o nombres especiales) para las cuadras, avenidas y sectores viales en la metrópoli. Desde 1950, cuando se inició la verdadera expansión de nuestra capital istmeña, se tienen datos sobre el comienzo de esta situación de la reforma constante de los nombres de las avenidas. Cada cierto tiempo, el gobierno de turno decide "rebautizar" las calles, quizás por cuestiones personalistas o políticas, tal como sucedió con la Avenida 11 de Octubre. Cuando en 1990 se da el hecho de la caída de la dictadura militar, los "civilistas" cambian el nombre de la vía, por la del Día de la Raza (12 de octubre). Aunque la gente todavía seguirá nombrando 11 de octubre, por costumbre. Los autobuses que transitan por la Avenida Ricardo J. Alfaro, ruta que va desde la Universidad de Panamá hasta San Miguelito, tienen la fama de colocar en sus letreros frontales "Tumba Muerto", porque el pueblo reconoce así dicho camino, una cuestión de costumbre. Hasta la misma Vía España, la carretera principal de la capital panameña, tiene hasta dos nombres, pero el primero es reconocido: uno es Avenida Central y otro es José Agustín Arango, desde la Cincuentenario a Pedregal. Incluso, el sector bancario, centro de negocios y concurrido polo comercial, se ven cosas como una esquina vial, con "tres letreros" de nombres diferentes, colocados hace décadas. Otras ciudades del mundo, además de tener un buen sistema organizado de direcciones con sus respectivas nomenclaturas, tienen una buena publicidad que ofrece a los turistas la información correcta de los lugares, sitios especiales, parque, centros comerciales, hoteles y monumentos de interés histórico. Por lo menos, el Ministerio de Obras Públicas, el departamento de Señalización de Calles, junto con la Alcaldía Capitalina, deberían reformar las nomenclaturas de toda la ciudad, puesto que si queremos crear una buena imagen en el exterior, para atraer turistas, lo necesario es acabar con el desorden de dar ciertas direcciones, sobre la base de la jerga popular. Igualmente, las agencias turísticas, los municipios ubicados en la Ciudad Capital y el Instituto Panameño de Turismo (IPAT), deberían publicar un folleto o libro, con mapas y direcciones de los lugares más importantes de la urbe. Así, se acabaría con la confusión que también afecta a los mismos ciudadanos que vivimos en esta hermosa metrópoli del Istmo.
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