TEMAS DE ACTUALIDAD
Preguntando en voz alta

Dr. César Quintero Sánchez
No sé por qué será que el ciudadano común piensa que en este país nada cambia para mejorar la calidad de vida de los que menos tienen. Sin embargo hoy no me voy a referir a la pronunciada y creciente brecha social y económica, que día a día divide a la sociedad panameña entre los que nada tienen y aquellos a quienes todo le sobra. Quiero aprovechar esta oportunidad, ahora que se ha producido una gran reestructuración gubernamental, para expresar algunas de las decenas de interrogantes que la mayoría nos hacemos y que al parecer nadie se da por aludido. Hasta este momento, se ha estado promoviendo la posibilidad de construir un tercer juego de esclusas a un costo que es casi el doble de la deuda externa actual o del presupuesto anual del Estado. Todo está basado en el supuesto de hacer posible, que una gran cantidad de superbarcos paguen al pasar por nuestro canal. Sin pretender ser un experto me gustaría preguntarle a los que sí lo son en esta materia, de dónde saldría el agua dulce que sabemos duplicaría la cantidad necesaria para el funcionamiento diario de este paso acuático, reconociendo que este preciado líquido está en una disponibilidad decreciente y sobre el cual se augura, que no alcanzará ni para el consumo de la población en los próximos cincuenta años. Sabemos que aún con la construcción de este tercer juego de esclusas, persistirá la incapacidad física creciente de las super naves, que son las que regirán el comercio mundial en el tercer milenio. Por qué no entonces prestarle la debida atención al grupo de chiricanos que proponen la creación de un verdadero canal seco entre las provincias de Chiriquí y Bocas del Toro, aprovechando la provisión de energía hidráulica abundante del área para mover un tren eléctrico, utilizando las bahías de gran profundidad que existen en ambos litorales. Esta solución en mi humilde concepto, sí está diseñada para sacar el máximo provecho a nuestra privilegiada posición geográfica y sería una solución que desafiaría a los siglos. Otro tema apasionante es el relacionado con la construcción del nuevo puente aéreo o subterráneo sobre el canal, si Dios quiere, antes de que el actual se caiga. Hemos escuchado en primera instancia que sería construido con fondos del Estado y que su tránsito sería gratuito. Luego salieron voces que expresaban que su financiamiento no podría salir de las ganancias del Canal, por no sé cuántas razones. El hecho real es que su posposición sólo hace que cada día aumente su costo. Por qué entonces no aceptar la propuesta formulada por el grupo de inversionistas panameños que proyectaban su construcción, a cambio de la concesión para levantar una ciudad de 70,000 nuevas viviendas de bajo costo, en el corregimiento de Arraiján, al otro lado del puente. A la propuesta original del grupo empresarial, yo negociaría como gobierno interesado realmente en el bien común, el eliminar el pago de peaje a la comunidad de usuarios, a cambio de la propiedad de las tierras que serían urbanizadas en beneficio de este amplio sector de ciudadanos, cuyo ingreso familiar es menor de 400 balboas y quienes serían los destinatarios de este megaproyecto. En otro orden de cosas y para poner los pies sobre la tierra después de reflexionar sobre tantos miles de millones, me gustaría preguntar a quien me quiera contestar, ¿por qué miles de personas que hace varios años decidimos por voluntad propia, no seguir capitalizando el porcentaje que se nos retuvo de manera compulsiva por varias décadas en concepto del Fondo Complementario, tenemos ahora que esperar a cumplir la edad de jubilación para recibirlo de vuelta?. Todo esto en una clara y abierta violación de nuestros derechos individuales constitucionales, ya que en esta sociedad liberal, globalizada y capitalista, se acepta que cada quien puede hacer con su plata bien ganada, lo que le venga en gana, en el momento en que así lo decida.
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