EDITORIAL
Desaparecidos
La identificaci�n de los restos del dirigente Heliodoro Portugal, desaparecido durante la dictadura militar, confirma que los castrenses asesinaban a sus opositores y luego los enterraban en sus cuarteles; quiz�s para ellos era el mejor sitio para esconder y encubrir sus cr�menes. En mayo de 1970, Portugal, un hombre de izquierda fue capturado por miembros del G-2 de la Guardia Nacional vestidos de civil en los predios del parque de Santa Ana y nunca m�s se supo de �l. M�s de 30 a�os despu�s, su hija y dem�s familiares confirman que el hombre idealista fue asesinado y enterrado en los terrenos del cuartel de Los Pumas. La iniciativa del periodista Rafael P�rez Jaramillo y abogado Ram�n Fonseca Mora, quienes gestionaron comparar el ADN de los restos encontrados en septiembre de 1999 con los de la hija de Portugal, fueron determinantes para esclarecer el misterio. Lo ir�nico de todo esto, es que se lograron identificar los restos por iniciativa privada y no por la del Ministerio P�blico, la agencia responsable de investigar los delitos en Panam�. Sabemos de antemano, que ahora se alegar� que el caso de Portugal prescribi�, pero si bien no se puede procesar penalmente a los responsables, si cabe la sanci�n moral y divina, ya que s�lo as� Heliodoro ahora podr� descansar en paz. Lo m�s reconfortable de toda esta triste historia, es que su hija podr� llevarle flores a su tumba y rezarle una oraci�n a un hombre cuyo �nico pecado eran sus ideas revolucionarias, por eso lo silenciaron. El r�gimen torrijista asegur� en 1977 a una Comisi�n Interamericana de Derechos Humanos de la Organizaci�n de Estados Americanos (OEA), que Portugal "no ten�a requerimientos de investigaci�n y se desconoce su paradero". Todo era una gran mentira, ya siete a�os antes lo hab�an matado. Los restos encontrados en el cuartel de Los Pumas no correspond�an a H�ctor Gallego, pero son de un paname�o, que al igual que el sacerdote colombiano, merece justicia y que se aclare todo lo que sufri�. Los militares que estaban al mando del cuartel de Los Pumas, deben hablar. Qu� es lo que tanto encubren; por qu� ese C�digo de Silencio. Se�ores descarguen sus conciencias, hablen de una vez por todas.
PUNTO CRITICO |
|
|