OPINION


Comer

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Por Milcíades Ortiz Jr.
Catedrático

Era una madama flaca, pero llena de energía y vitalidad. Negra por venir de las Antillas. Aunque tenía "añales" de vivir en Panamá, su español era "wari-wari". Y la gente la entendía a retazos. Esto no le importaba y siempre opinaba sobre cualquier cosa.

La gente del barrio la aceptaba como era. Aunque ya han pasado cincuenta años, recuerdo una de sus frases lapidarias.

Cuando alguien quería que ella hiciera algo, la dama moviendo las manos con emoción, le decía:

"Tú no me da de comer, así que no pida que haga eso".

Algunos que la escuchaban se reían, especialmente los niños. Para explicar sus palabras, la dama decía que "solamente quien me da comida puede decirme cosas".

A veces los muchachos armaban bromas con la humilde señora. En tiempos de política no era raro que se llevara a algún candidato hasta la puerta de su casa.

Luego, medio escondidos, los chiquillos se reían de la frase de la antillana, cuando sin más contemplaciones largaba al pichón de político:

"Tú no me da de comer... así que fuérate de aquí".

Parece mentira cómo algunas cosas que vivimos en la niñez, luego tienen un significado distinto al de la época.

Las palabras de la flaca mujer sonaban a burla en los niños del barrio, y a chiste en algunos adultos.

Pero para muchos panameños lo que ella decía es cierto. Solamente se le hace caso a "quien le da comer". A los demás ni se le toma en cuenta.

Me dirán algunos que la posición de vida de la jamaicana era sumamente mercantilista, aprovechadora. Tal vez tenga razón. Pero ella representaba a muchos seres humanos que por vivir con estrechez, solamente piensan en las cosas materiales.

¿Cómo exigirle idealismo a un "muerto" de hambre? Creo que sería demasiado sacrificio.

Sin embargo, surgen las "otras caras de la moneda". El ser pobre no significa que usted piense y actúe según su barriga.

Si esto fuera así, con dar o vender arroz, carne, macarrones baratos al pueblo, se conseguirían los votos en una elección.

Sé que algunos me dirán que actualmente muchos panameños venden su voto por cosas materiales inferiores, como una pachita de licor, un plato de comida, una camiseta.

Esto es lamentable, porque indica que el acto de votar y elegir a las personas que nos gobernarán, ha sido prostituido por el chantaje de la comida, el licor o el "salve".

Por otra parte, algunos de los que se benefician de estos politiqueros "compra-votos", tienen su excusa.

"Estos políticos luego que salgan no nos darán nada. Así que mejor nos aprovechamos ahora cuando quieren nuestros votos. Allá cada uno con su conciencia al momento de votar", dicen algunos.

Yo por experiencia de la vida creo en el idealismo y los valores cívicos. Por eso me repugna que haya gente que sólo haga caso a "quien me da de comer".

Tal vez eso suceda porque nunca he pasado hambre. Recuerdo lo que dijo un pobre: "cuando uno tiene el espinazo pegado a la barriga de hambre, le da un dolor que no piensa en idealismo sino en comida",

No quiero ser pesimista, aunque debo aceptar que algunos panameños darán el voto a quien "les dé de comer". ¡No importa que sea un burro con ropa!

 

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