"En los entierros de mi gente pobre, las flores son de papel, las lágrimas son de verdad", canta Cheo Feliciano.
Esta canción describe el sufrimento que se vivió ayer, en el sepelio de Brayan Hims García, el niño de 3 años asesinado de un tiro en la cabeza por pandilleros.
No hubo amenazas, ni lujos, ni exageradas ofrendas florales, pero sí mucho amor incondicional que lo acompañó hasta su última morada donde se reunió con Dios.
Su pequeño cuerpecito fue sepultado en el Cementerio "La Cruz de Amador", lugar utilizado para los entierros de los niños.
Hasta entonces su madre, Rosa García, había mantenido fuerte, pero al ver cómo introducían el ataúd con el cadáver de su hijo en la fosa, se quebró, y entre lágrimas solamente dijo !Ay mi hijito, cuanto te quiero! Familiares tuvieron que cargarla en brazos y sacarla del lugar, porque no soportó tanto dolor y se desmayó.
Su papá, Nathaniel Hims, clamó por justicia, porque los menores implicados en el crimen de su hijo andan libre "tirando bala de nuevo". ¡Que en paz descanse el pequeño "Siete"!