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Los duendes son parte de las leyendas de nuestros campos, al igual que la tulivieja; sin embargo, a estas pequeñas criaturas se les tiene como seres traviesos, juguetones pero a los que no se les achacan conductas malignas.
El tema de la existencia de estas entidades ha desatado una polémica y es la única explicación para justificar que la niña Enilda, que estuvo perdida durante 4 días en la región chiricana de Tolé, apareciera sana y salva, sin que se pudiera determinar cómo pudo sobrevivir.
Los duendes, me han contado de uno llamado Boris, son definidos en el diccionario, como seres encantadores, han sido vistos en nuestras campiñas durante toda la vida.
Por qué poner en duda que ellos existen, si ha quedado demostrado que les interesa el bien, como en el caso de la niña salvada.
Es muy difícil creer que un ser terrenal haya sido el vehículo para encontrarla ya que ellos pertenecen a lo sobrenatural y sus intenciones en la tierra son hacer travesuras y no daños.
Por qué no contar como una historia de una infante bella y buena que paseó y entró en un mundo de fantasía en el que todos quisiéramos estar para nunca más salir. Muchos niños estarán encontrando los duendes, que son los constantes compañeros de la soledad y que nos crean un mundo de ilusión permanente frente a esta angustia existencial, de un mundo maniatado por el materialismo y la envidia. |
