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REFLEXIONES
"Panamá la Vieja, olvidada en el tiempo"

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Carlos Christian Sánchez
Colaborador

En un día tan especial como la conmemoración de la Fundación de la Ciudad de Panamá, da lástima observar el estado de desidia y olvido en que se encuentran estas ruinas coloniales, después de tantos esfuerzos gubernamentales y privados por recuperar dicho sitio histórico.

Desde que el osado pirata Henry Morgan destruyó la vieja ciudad en enero de 1671, jamás los mismos panameños nos hemos dispuesto a reconstruir los monasterios, iglesias y murallas de la urbe, esa misma que tuvo el honor de ser la primera metrópoli de las costas del Mar del Sur, en 1519, según la tradición española.

En realidad, los indígenas amerindios fueron los primeros en llegar a descubrir el hermoso espectáculo de Panamá Viejo. Los arqueólogos han encontrado, debajo de los monumentos coloniales, tumbas de aborígenes, quienes se asentaron en la llanura costera y le dieron fama al Istmo, con la frase de la "Abundancia de peces y mariposas". Además de que estaba rodeado de unos árboles llamados Panamá.

Pero qué legado le hemos dejado a nuestros antepasados, tras la tragedia de 1671. Más de tres centurias han pasado y ni siquiera se han reconstruido varios edificios de la vieja urbe colonial. En otros países, ciertos monumentos históricos se han logrado recuperar, gracias al esfuerzo de personas interesadas en el rescate del patrimonio cultural.

El paso del tiempo, la destrucción natural y la desidia de los gobiernos han incrementado el olvido a nuestra primera ciudad. Un fétido mar de lama inunda las playas frente a estos monumentos; la basura y el ruido incesantes afectan el entorno, mientras que, de vez en cuando, al llegar las fiestas patronales de Panamá Viejo, a algunas autoridades se les ocurrió realizar las festividades en el mismo sitio arqueológico, afectando al mismo. Toldas, personas y automóviles se asentaban sobre dicho lugar. Hasta una piquera de autobuses llegó a colocarse cerca de los monumentos.

Frente a una barriada popular que ha crecido en sus entornos, mientras unos muchachos juegan entre los restos de monumentos históricos, la torre de aquella capilla que ha hecho famosa a Panamá se empieza a caer, producto del paso de automóviles y camiones.

Vergüenza debe darnos cuando personas ajenas a nuestro país nos recalcan que el potencial turístico de Panamá Viejo, puede ser muy bien usado para atraer a los visitantes de otras latitudes, pero que nosotros no hemos sido capaces de aprovechar las bondades que nos dio la historia y la naturaleza.

Es hora que el Instituto Nacional de Cultura, la Alcaldía de Panamá, el Gobierno Nacional y el Instituto Panameño de Turismo hagan algo para frenar el deterioro que se cierne sobre Panamá Viejo. Que yo sepa, supuestamente hay una sociedad privada que administra dichos monumentos, pero desde hace meses no se sabe de actividades que redunden en promocionar las mejoras de la vieja ciudad colonial.

Por respeto a nuestros antepasados, lo mejor sería reacondicionar las viejas ruinas, para que los ciudadanos del presente y del futuro, sientan orgullo por el legado de prosperidad dejado por aquellos exploradores primerizos que encontraron un hogar al que bautizaron con el nombre de "Panamá".

 

 

 

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