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Millones de chilenos tuvieron que caminar a sus trabajos, debido al paro transportista.  |
Los transportistas privados de la capital chilena realizaron ayer una huelga que paralizó a más de 6.000 autobuses y trataron de bloquear los accesos a la ciudad, en rechazo a un plan del gobierno para reordenar el transporte urbano de pasajeros.
Los santiaguinos se trasladaron a sus lugares de trabajo en bicicleta o apelando a la solidaridad de los automovilistas, como una manera de rechazar lo que el gobierno llamó "un chantaje" de los autobuseros.
La protesta de 24 horas, organizada por los sindicatos empresariales del transporte que controlan más del 80 por ciento de los autobuses de Santiago, generó la ira de las autoridades que llamaron a los ciudadanos a realizar sus actividades con la mayor normalidad posible, como una manera de rechazarla.
La jornada de paralización se inició cuando, coordinadamente, decenas de autobuses se instalaron en 48 puntos neurálgicos de la ciudad, cruzando sus autobuses en las vías, de manera de entorpecer el flujo vehicular.
La policía intentó impedir el bloqueo de las principales avenidas, pero fue rechazada violentamente por los manifestantes, que incluso apedrearon a los autobuses que no se plegaron a la huelga.
Producto de los conatos, 673 personas fueron detenidas acusadas de graves alteraciones al orden público y maltrato a la autoridad policial y 350 autobuses fueron incautados.
El transporte urbano de pasajeros de Chile fue entregado a manos privadas en la década de 1980, durante la dictadura de Augusto Pinochet, y actualmente su propiedad está fuertemente atomizada: cerca de 3.000 microempresarios controlan las 8.000 vehículos amarillos que circulan por la capital.
El plan de reordenamiento vial busca reducir el número de autobuses en la ciudad. |