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La Patria en llamas

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Brittmarie Janson Pérez
Colaboradora

Así como Nerón hizo con Roma, un incendiario ha prendido fuego a Panamá.

La Patria arde de un canto al otro. Los campos donde los agricultores se ganaban la vida fueron prendidos con una antorcha traída del exterior. La ambición y la codicia sirvieron como kerosén para convertir a la capital en pasto de las llamas.

Los hospitales del pueblo se desplomaron. Las escuelas del pueblo son cenizas. Las llamas han envuelto al Tribunal Electoral y a la Corte Suprema de Justicia. ¿Quién no las ve? ¿Quién no se aparta asqueado del olor nauseabundo que se siente entre los escombros de la Asamblea Legislativa? Allí hay un muerto. Se llama el poder ciudadano.

No puedo escribir porque el humo me ahoga y las llamas me queman los ojos. Nada me queda por decir. Más no puedo hacer.

Tiemblo ante lo que brotará de las cenizas: el hambre, la criminalidad y la desolación. Pienso en todos mis hermanos y todas mis hermanas que morirán porque son pobres. Me rodean los espectros de quienes murieron primero.

Se me acerca Leopoldo Aragón y me dice: "¿Ahora entiendes por qué di mi vida en la ciudad en donde tú naciste? Yo ya no podía hacer más por la patria y me vi solo. Me pregunté de qué habían servido mis palabras, mis sacrificios diarios por la lucha, el no poder regresar a la Patria por amor a esa misma Patria."

Leopoldo Aragón me dice lentamente y con pesar: "Ante la indiferencia de quienes tenían que haber luchado hombro a hombro conmigo, pero no lo hicieron porque no vieron lo que yo veía, o porque apartaron los ojos confiados en que Panamá no se acabaría, vertí combustible sobre mi cuerpo, lo prendí, y me convertí en una tea encendida."

Por no claudicar, Leopoldo Aragón se inmoló el 31 de agosto de 1977.

Hoy, la caterva de maleantes ha preferido prenderle fuego a la Patria antes que entregar el poder.

En ese loco empeño han tirado, como leños al fuego, la moral cristiana, la ética, la decencia, la justicia, el respeto por la voluntad popular y la soberanía de Panamá.

¿QUIEN PODRA SOCORRER A LA PATRIA EN LLAMAS?

Ese fuego no lo puede sofocar un puñado de individuos. Si todas las instituciones de este país no responden al llamado de la Patria, de generación en generación los habitantes de Panamá serán víctimas del dictador de turno. Ayer fueron Torrijos, Paredes y Noriega. Hoy es Pérez Balladares. Pero ya no se aceptan excusas. Nadie puede evadir su responsabilidad. Le toca al pueblo panameño apagar las llamas y confrontar sin temor a los incendiarios porque solamente un pueblo que lucha puede ser un pueblo soberano, libre y sano.

 

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