Cuánto horror siento cuando veo marchitar las flores de tantas ilusiones y sus pétalos desintegrarse en la tierra de los olvidos. Qué tristeza siento en mi alma cuando veo jóvenes que como jazmines encendidos en vivos colores se arruinan en la droga o el licor y se pierden para siempre, quedando sólo de ellos el deseo de lo que pudieron haber sido.
Dios se pasea por su jardín y no ve las rosas que plantó porque alguien envenenó sus raíces convirtiendo a niños inocentes en ladrones y asaltantes. La famosa "coca" y la marihuana se transformaron en veneno que corroe el cerebro de muchos, quedando quemadas sus hojas en su propia sustancia aniquiladora.
Pero sé que viene la Nueva Jerusalén del Cielo, toda ella de oro y su muralla de diamante y que nunca verá la noche porque la alumbra el resplandor de Dios. Sé que el Señor con su Sangre lavará nuestras túnicas manchadas por el pecado y brillarán como la de Jesús cuando fue transfigurado en el monte. Veremos a una Mujer con una corona de doce estrellas y que reinará con todos los sufridos de la historia.
Dios vencerá y saldremos triunfadores al aceptar a Jesucristo Resucitado y vivir el misterio sacramental de la Iglesia. Y muchos otros que sin haberlo conocido siguieron la inspiración del Espíritu y que están en todas las religiones y culturas, también reinarán con Cristo, quien es el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el Rey de reyes y Señor de señores.
Y oiremos los cantos de los ángeles y santos y veremos a las doce tribus de Israel representadas en todos los grandes líderes espirituales del mundo juzgando a la humanidad. Y volverán a crecer las flores y las mismas que estuvieron marchitas por tanto dolor se transformarán y brillarán con colores bellísimos y poblarán el jardín de Dios para siempre. Y el ángel gritará: "¡Quién como Dios!".
Y toda rodilla se doblará ante el Señor y unos resucitarán para la vida y otros para la muerte. Y se oirá la voz del Señor Resucitado: "Vengan conmigo porque tuve hambre y me dieron de comer, vengan conmigo porque estuve en la cárcel y me fueron a ver, vengan conmigo porque estuve enfermo y me visitaron... vengan, que les tengo preparada una morada celestial para cada uno". Y se oirá nuestra voz: "¡ Amén, ven Señor Jesús!". Y con Él seremos invencibles por siempre.