La gasolina vuelve a subir. La de 91 octanos alcanzó el precio por galón más alto de todo el año. Con el incremento vuelve al recuerdo las promesas de instalar refinerías en Panamá. Hasta ahora todo ha sido palabras y en concreto no hay nada.
Hugo Chávez nos mareó con una pila de discursos prometiendo una refinería para traer el crudo venezolano. Una empresa transnacional hizo otro estudio para otra instalación similar en el distrito de Barú y junto a Guatemala, nos disputamos la posibilidad de establecer otra refinería para procesar el petróleo de México.
Hasta ahora todas esas promesas son castillos en el aire. Lo concreto -para usar una de las palabras preferidas del gobierno de la Patria Nueva- es que el consumidor panameño sigue pagando muy caro el precio por el galón de combustible.
Dentro de poco, las distribuidoras de energía nos vendrán con otro aumento mensual en la tarifa de electricidad y los gremios del transporte público volverán a amenazar con un paro, si el gobierno no accede a incrementar la tarifa por el uso de los autobuses.
Así pasan los meses y los panameños no observan una acción definitiva que nos alivie el golpe quincenal que reciben nuestros bolsillos, cada vez que se anuncian los nuevos precios de paridad de los derivados del petróleo.
Ya la hora de los cuentos debe terminar. La población exige acciones específicas, porque ya se está cansando que la tomen de tonta con las promesas de aliviar el problema de combustible a través de soluciones que nunca llegan.