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A JFK HIJO, CAROLYN Y LAUREN
El amor de la familia por el mar se expresa en la decisión de sepultarlos allí
Boston
AP
John F. Kennedy hijo reposará por toda la eternidad en el lugar donde su familia, durante generaciones, buscó paz, serenidad y recreación: el mar. "Todos vinimos del mar", dijo en una ocasión su padre, el 35to presidente de Estados Unidos, veterano de la armada y marinero entusiasta. "Estamos atados al océano. Y cuando volvemos al mar, sea para navegar o para contemplarlo, volvemos al lugar de donde vinimos". Las cenizas de JFK hijo, su esposa Carolyn Bessette Kennedy y su cuñada Lauren Bessette fueron arrojadas ayer al mar frente a la isla Martha's Vineyard, cerca del lugar donde murieron al estrellarse la avioneta de Kennedy. "Es bastante irónico que el mar tuviera tanto que ver con su muerte", dijo Wendy Northcross, subdirectora del museo John F. Kennedy en Hyannis. "Y sus restos se quedarán en el mar". Los tres cuerpos estuvieron perdidos en el mar durante cinco días hasta que un equipo de buzos de la armada los extrajo entre los hierros retorcidos de la avioneta, 35 metros bajo la superficie. Desde el lugar se ve la propiedad costera que Kennedy y su hermana Caroline heredaron de su madre, Jacqueline Kennedy Onassis. Kennedy, 38, piloteaba el avión hacia Martha's Vineyard, donde dejaría a Lauren Bessette para seguir viaje a una boda familiar en la propiedad de la familia en Hyannis Port. Esa propiedad era el lugar donde la familia se ocultaba de la vista del público. Podían salir por la puerta trasera al muelle de Hyannis y dejar que el viento los alejara de los problemas en tierra. Cuando John F. Kennedy era niño, la náutica era una afición que practicaba con pasión todos los veranos en Hyannis Port. La imagen que está grabada en la memoria de los norteamericanos es la del valiente soldadito de tres años que el 25 de noviembre de 1963 hizo el saludo militar al ataúd de su padre. Pero nunca revistó en las fuerzas armadas. El joven Kennedy manejaba con destreza su lancha a motor y con frecuencia se lo veía practicar surfeo o remar un kayak en las aguas en torno de la isla. Las fotos de él saliendo del agua en Hyannis Port aparecieron en el mundo entero. Sin duda, compartía el amor de su familia por el mar, tal vez como vínculo con el padre al que casi no conoció. Pocos amaban el mar tanto como el 35to presidente, que navegó durante toda su vida y fue un héroe en la Segunda Guerra Mundial por salvar a la tripulación de la lancha torpedera PT-109, que él comandaba, cuando fue hundida en el Pacífico.
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