MENSAJE
Los embolsados
Hermano Pablo
Crítica en Línea
Claude Place,
periodista y fotógrafo francés, recorría
las montañas de Colombia. A unos diez kilómetros
de la localidad de Agua de Dios, encontró a un hombre
de apariencia extraordinaria. Detuvo su coche y guardó
la cámara fotográfica para evitar que se asustara
aquel individuo y huyera. Lo esperó. Cuando el hombre
llegó hasta donde estaba Claude, el extraño sujeto
se arrodilló ante él, se puso a cantar y lo bendijo.
Siguieron juntos el camino y, escalando montañas, llegaron
a su destino. Estaba lleno de hombres, mujeres y niños,
vestidos con bolsas de arpillera y cantando.
Se trataba de una secta llamada «Los embolsados»,
cuyo nombre viene de su forma de vestir. La secta se caracteriza
por su forma de lucha no violenta contra el estado y la Iglesia.
Viven como verdaderos monjes en condiciones similares a las de
la Edad de Piedra.
Una parte extraña de su vestimenta es un capote que
cubre la cabeza y la parte derecha del rostro. Más abajo
una túnica tapa totalmente el lado derecho del cuerpo:
hombro, brazo y torso. El pie derecho también está
envuelto y atado. Ellos explican que cubren todo el lado derecho
del cuerpo porque es el lado maldito. Ésta es como una
amputación simbólica del lado del cuerpo que pega
y que mata.
El sabio Redentor dijo en cierta ocasión que es del
corazón que salen los malos pensamientos, los homicidios,
los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos
testimonios y las calumnias (Mateo 15:19). No se soluciona, pues,
el problema del odio, del resentimiento, de los celos, de la
rebeldía, tapando una parte del cuerpo, sino cambiando
el corazón. Y el único que puede cambiar el corazón
del hombre es Cristo.
Así como no podemos cambiar el clima con sólo
manipular el termómetro, tampoco podemos cambiar nosotros
mismos con sólo controlar una parte de nuestro cuerpo.
Si el cambio no es del corazón para afuera, no habrá
cambio. Démosle nuestra vida a Cristo, y experimentaremos
el cambio radical que tanto necesitamos.
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