CUBANOS ENFRENTAN OLA DE CALOR Los cubanos se derriten en las guaguas

Agencias
Internacionales
El termómetro no miente, en lo que va de este verano las temperaturas en Cuba no han sido más altas que en años anteriores pero los cubanos sienten que se derriten en las paradas y en las guaguas (ómnibus). Hasta ahora las temperaturas se han mantenido dentro del rango esperado y "no ha habido nada sobresaliente", dijo la meteoróloga Virgen Cutié. Ella explicó que lo que hay son "sensaciones de calor", que es la temperatura que siente la gente por la combinación del aire caliente y la humedad. "Cuando hay mucha humedad y la temperatura es alta, las personas sienten como si estuvieran en 'baño de María'. Al no secarse el sudor, se produce la sensación de calor", agregó la especialista. En el incremento de la sensación de calor tiene su parte el transporte público en la isla, cuya situación es crítica. En la calle los cubanos sienten que se funden en el piso y peor aún cuando viajan en "camello", un híbrido tropical obtenido de una plataforma de camión de carga con una larga cabina de pasajeros, con poca ventilación y en la que caben hasta 300 personas bien apretujadas, la mayoría de pie. Si en el "camello" se "suda en invierno, imagínese en el verano", comentó una cubana que todos los días emplea ese medio para transportarse de su casa al trabajo. "Cuando bajo del 'camello' quedo como un pollo muerto", dijo una mulata de 50 años. En rutas como la 67, 18 y 37, altamente frecuentadas en La Habana, el servicio de transporte es prestado por ómnibus donados por la Unión Europea y que fueron fabricados para lugares fríos. Esos ómnibus, hechos para conservar el calor, cuentan con apenas una ventanilla que da entrada a un salvador hilo de viento. "Ahí vamos todos sudando; si tu vecino es más alto termina bañandote con su sudor", dijo un usuario de una de esas rutas. "La guagua está en llamas", dice otra mujer cuando en el reverberante horizonte ve aparecer el ómnibus deseado, después de dos horas de espera bajo el sofocante sol. Aun así estos pasajeros son afortunados, pues hay quienes no logran subirse a una guagua o porque no llega a tiempo o porque cuando pasa está repleta, y entonces tiene que emprender camino a pie o en bicicleta sobre una plancha ardiente de cemento. Otros, generalmente las mujeres jóvenes, logran tomarse una refrescante "botella", como llaman los cubanos al providencial autostop. La crisis del transporte se resumen en los siguientes datos: de 15.854 ómnibus con que contaba el país en 1990, esa cantidad bajó a 3.242 en diciembre de 1999. Los taxis estatales eran 15.490 en 1990 y nueve años después la cifra bajó a 3.055, mientras que los ómnibus escolares disminuyeron de 3.438 a 2.119 unidades. "Perdón, pero dejé la calefacción puesta", bromea un cubano afortunado cuando invita a un amigo a subir a su incandescente Lada ruso, carente de aire acondicionado.Eso sí tiene limpiadores de nieve para los faros delanteros, que nunca han sido usados en esta isla tropical.
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