En situaciones importantes es cuando los niños se separan de los hombres, y eso fue exactamente lo que hicieron los jugadores de fútbol de nuestra selección nacional, cuando superaron las expectativas del torneo más importante de la CONCACAF al clasificar a las semifinales como uno de los cuatro mejores del área.
Las posibilidades con las que esta selección llegó a la Copa de Oro eran pocas, pues iban minados en su delantera por la ausencia de José Luis Garcés, sin Donaldo González, hasta este torneo... portero titular, por la tribulación de saber que habían expulsado de la selección nacional a dos de sus compañeros, por motivos que todavía no están totalmente claros.
Pero la realidad de las cosas es que estamos dentro de los cuatro grandes, llegamos con honores junto a la ya sabida clasificada selección de Estados Unidos -con dos títulos a su haber y uno de los monstruos de la CONCACAF-, que cumplió con su pronóstico de llegar a semifinales y los otros dos países que no estaban entre los favoritos en la apertura de esta copa.
En la gatera quedó la selección de México y ganadora del torneo pasado, favorita para llevarse esta Copa de Oro del 2005, pero se quedó con las ganas de llevar un quinto título a tierras tapatías, eso se lo impidió precisamente Colombia, un país invitado que llegó y fue de menos a más en su fútbol.
Colombia que llegó a este torneo sin sus jugadores pilares como Iván Ramiro Córdoba, Luis Perea o Mario Yepes, ha entregado su corazón en la cancha para venir de menos a más y colarse entre los cuatro mejores para disputar las semifinales y volverse a enfrentar con su primer verdugo... la selección de Panamá.
Por su parte, la selección hondureña que venía con un objetivo fijo de hacer de este torneo su compensación por haber quedado fuera en las eliminatorias mundialistas, ha conseguido pasar a las semifinales ganándole a su eterno rival, la selección de Costa Rica. Los “matadores” hondureños encabezados por Wilmer Velásquez acabaron con los “ticos” y sus intenciones de ir por otra copa. Honduras se desquitó, pues el pasado mes de noviembre Costa Rica los humilló en su casa y eliminó a los catrachos del mundial.
Panamá fue la gran figura de los cuatro semifinalistas, no sólo por el hecho de ser la menos favorecida, sino por todo lo que construyó en los cuatro partidos que ha jugado hasta ahora, se creció y mantuvo un ritmo ejemplar de competencia, así como los grandes del área, además, porque fue el único país que consiguió su clasificación a semifinales, jugando 120 minutos para después ganar desde los doce pasos.
La selección istmeña fue inmensa, cada uno de sus jugadores mientras estuvo en la cancha lo dio todo, no podemos hablar de alguno que no haya dejado el pellejo en la grama, de haber entregado cuerpo y corazón en la misión, sino pregúntenle a Jaime Penedo.
No hay duda de que este próximo encuentro contra Colombia en esta semifinal será igual. Panamá saldrá con la misma humildad, pero con la garra que lo ha caracterizado en esta Copa de Oro, a jugárselas con los “cafeteros”. Si le ganamos una vez, podemos volver a hacerlo. ¡Ojo!, no será fácil, pero tenemos la gran posibilidad de que Panamá esté cantando el Himno Nacional en la final del domingo 24 de julio.