MENSAJE
Quinientos francos y quinientos baños
Hermano Pablo
Costa Mesa, California
El reo estaba ahí, comparecido
ante la juez. Y la juez estaba horrorizada. Nunca había estado delante
de tanta hediondez, de tanta suciedad, de tanto abandono. Y la juez, Renata
Bremmer, de Hamburgo, Alemania, dictó sentencia contra Hans Erbacher
el reo. "Lo condeno -dictaminó la juez- a pagar quinientos francos
de multa y a darse quinientos baños".
Hans había sido acusado, por los vecinos, de hediondez, es decir,
de no bañarse nunca y de vivir en el peor desaseo imaginable. "Su
hedor traspasa las paredes -habían dicho sus vecinos-. Es insoportable".
La juez terminó diciendo: "Cuando se haya bañado quinientas
veces, le devolveremos el importe de la multa".
He aquí un juicio verdaderamente salomónico. La juez, Renata
Bremer, salió en defensa de las buenas costumbres, del orden social,
de la decencia humana, de la dignidad del hombre, y del buen gusto en general.
Ordenó a un hombre, enemigo del baño y del jabón, a
bañarse quinientas veces, y presentarse ante ella bien vestido, bien
peinado, bien afeitado y bien perfumado.
Lo cierto es que la higiene corporal y el cuidado del aspecto físico
son grandes conquistas de la civilización. ¿Qué sería
de nuestro mundo si nadie se bañara? ¿Qué si nadie
limpiara su casa? ¿Qué si la ciudad no recogiera cada día
la basura? Viviríamos en medio de pestes y pestilencias, de olores
y horrores, de hediondeces y cochambres.
Y si la limpieza corporal es necesaria, cuánto más la limpieza
moral? Si el cuerpo debe estar limpio para estar sano, cuánto más
el alma?
Quizá sería bueno dictar sentencias semejantes también
por otras causas: "mil pesos de multa por conducir borracho, y mil
días sin deber una gota de alcohol"; "mil pesos de multa
por pegarle a la señora, y mil día de traerle diariamente
un ramo de flores"; "mil pesos de multa por tomar drogas, y mil
días en las escuelas enseñando a los jóvenes el mal
de las drogas".
Y qué de la limpieza espiritual? Esta debe acompañar a
la limpieza física. Incluiría limpieza de adulterios, de robos,
de asaltos y violencias, en fin, limpieza de toda acción inmoral.
Jesucristo nos ofrece a todos el poder para ser limpios. El nos da el
medio de limpiar a fondo nuestra conciencia, alma y corazón. Más
vale que aprovechemos esa oferta hoy mismo, no sea que algún día
El tenga que dictar sentencia contra nuestra suciedad espiritual.
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CULTURA |
Graduados 36 alumnos en la escuela internacional de cine de La Habana. |
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