Los sangrientos atentados en la capital británica han caído como un mazazo en la cumbre del G-8, pero los dirigentes del mundo rico reunidos en esta localidad escocesa quisieron dejar claro pese a todo que los terroristas no prevalecerán.
El júbilo del día anterior, cuando el anfitrión de la cumbre, el primer ministro, Tony Blair, recibió la noticia de la elección de Londres para acoger los Juegos Olímpicos de 2012, dejó paso paso al estupor y la rabia mientras llegaban noticias sobre el número creciente de muertos y heridos.
Los jefes de Estado y de Gobierno de los Ocho y sus cinco invitados del grupo de países emergentes, entre ellos los presidentes de Brasil y México, condenaron en una declaración leída por Blair los "salvajes" atentados al tiempo que confirmaron la decisión de continuar la agenda de la mañana.
Tras condenar tan "bárbaros ataques" y recordar que todos sus países han sufrido los zarpazos del terrorismo, los dirigentes afirman que no permitirán que la violencia cambie "nuestras sociedades ni nuestros valores" ni interrumpir la cumbre.
Si algo han conseguido los terroristas, es hacer pasar a un segundo plano los temas centrales de esta reunión.
Entre los periodistas enviados a esta localidad perdida de Escocia a cubrir la cumbre, muchos consultaban nerviosos los horarios de los aviones para intentar llegar cuanto antes a la capital británica, donde desgraciamente está ahora la noticia.