Con el sedentarismo y el paso de los años, hasta a la más atlética de las personas la alcanza el deterioro físico. El sobrepeso, el alcohol, el cigarrillo, y las noches frente al televisor sentado en un sofá nos pasan la factura cuando llegamos a los 40 años (cuidado y antes).
La mayoría de las personas sufren esta metamorfosis luego de contraer matrimonio. Es cierto que las prioridades de mantener a la familia, atender a los hijos y trabajar restan mucho tiempo para las actividades recreativas y deportivas en las que solíamos envolvernos cuando éramos "pelaos".
Pero esto no significa que debamos echarnos al abandono, y volvernos unas morsas.
Se puede hacer ejercicio en casa, y ni siquiera tenemos que comprarnos de esas máquinas "milagrosas" que se anuncian en los infomerciales. Después de todo, correr al trote, así como los "push ups" y las flexiones abdominales se inventaron mucho antes del primer aparato de gimnasio.
Eso de que "la vida de casado" no me da tiempo no es una excusa. Bien podemos pararnos una hora más temprano de lo que normalmente hacemos para salir unos minutos a trotar, o solo caminar a paso rápido.
Hacer dieta es positivo, pero no ayuda a mejorar nuestro rendimiento físico, combatir el agotamiento y aliviar el estrés como solo puede hacerlo el ejercicio ligero practicado regularmente.
Las horas sedentarias de cervezas, picaditas y horas frente al televisor no tienen que ser abandonadas por completo. Solo limitarlas un poco para hacer espacio al ejercicio. Recordemos que sudando solo entre 15 y 30 minutos diarios podemos extender nuestra vida y mejorar su calidad muchos años más.
Y de hecho, no solo nuestro cuerpo nos lo agradecerá, sino nuestros hijos, que podrán disfrutar de nuestra presencia por más tiempo.