Es comun en Panamá ver a muchos hacer lo que no deben cuando su nariz sufre de mucosidad continua o seca, incluso al estornudar, por ello hoy deseo explicarle que no es decoroso fruncir la nariz. La urbanidad exige tenerla limpia, siendo muy vil dejarla llenarse de moco, ya que la nariz es el honor y la belleza del rostro, la parte más aparente de nuestro cuerpo. Se considera muy grosero hurgar continuamente las narices con el dedo, y mucho más el meter en la boca lo que se ha sacado de las narices, o incluso el dedo que se metió en ellas: este proceder es capaz de dar náuseas a los que lo presencian. Es muy feo sonarse con la mano desnuda, pasándola por debajo de la nariz, o sonarse con la manga, o los vestidos. Es muy contrario a la urbanidad sonarse con los dedos, echar después el moco al suelo y luego secar los dedos en los vestidos, sabiendo cuán desagradable es ver tales suciedades sobre los vestidos, que deben estar siempre muy limpios, por pobres que sean, ya que son ornamento de un siervo de Dios y de un miembro de Jesucristo.
Hay quien aprieta la nariz con un dedo y, en seguida, soplando con la nariz, empuja la suciedad que contiene al suelo. Los que así obran son gentes que no saben nada de la urbanidad. Hay que servirse siempre del propio pañuelo para sonarse y nunca de otra cosa, y, al hacerlo, cubrir ordinariamente la cara con el sombrero o, al menos, si no hay muchas personas y se puede desviar fácilmente la cabeza de los demás, hay que hacerlo, sonándose fuera de su presencia. Se debe evitar, después de sonarse, mirar el pañuelo, pero está bien visto el plegarlo rápidamente y meterlo en el bolsillo. No es cortés tener el pañuelo en la mano, ni ofrecerlo a otro para lo que sea, aunque esté limpio. Con todo, si una persona lo pide con insistencia, podrá prestárselo.