Después de tres años de guerra de Iraq, los Estados Unidos de Norteamérica se encuentran empantanados es un conflicto militar de dimensiones y consecuencias incalculables, y el número de muertos en perjuicio de la desintegrada coalición de naciones en el campo de batalla, aumenta día a día, sin que se vea una salida honrosa para la primera potencia militar y económica del mundo.
Grupos talibanes y de alqaedas han recrudecido sus ataques en Afganistán e Iraq provocando movimientos masivos de tropa en una confrontación donde han muerto 2 mil 500 soldados norteamericanos y decenas de miles de efectivos militares y civiles de la parte contraria.
Los enfrentamientos en Afganistán llevaron últimamente al ejército norteamericano a movilizar diez mil efectivos, según los despachos de prensa internacionales, lo que ofrece una idea aproximada de los esfuerzos por reducir la resistencia en la región.
Este sangriento episodio ha reeditado en el pueblo norteamericano los días dolorosos y de triste recordación de la guerra en Vietnam, que encendió la violencia armada en el sudeste asiático en la década del sesenta con miles de muertos, heridos y mutilados de ambas partes.
Pero el fracaso de los planes norteamericanos en el Medio Oriente no sólo se avizora en el campo militar, si no que, los gobiernos instalados después de la ocupación tampoco han logrado afianzar la estabilidad necesaria para conducir a la sociedad de esos países por senderos de paz y tranquilidad.
Por otra parte, países que formaron inicialmente parte de la alianza, retiraron sus tropas del escenario de ocupación, lo cual vino a debilitar la imagen de bloque difundida por los Estados Unidos.
El argumento único de lucha contra el terrorismo sigue siendo la bandera que enarbola Estados Unidos, pero poco a poco, otros factores como el control por las grandes reservas mundiales del petróleo y aspectos culturales y religiosos emergen del entramado para hacer aún más complejo e insospechado el final de la confrontación.
En juego está también, como en aquellos días nefasto de la guerra vietnamita, la permanencia del presidente Bush frente al gobierno de Estados Unidos.